viernes, 24 de enero de 2020

SER DE BENDICIÓN A OTROS

SER DE BENDICIÓN A OTROS
El Señor dijo a Abrán: Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y dirígete a la tierra que yo te mostraré. Te convertiré en una gran nación, te bendeciré y haré famoso tu nombre, y servirás de bendición para otros. (Génesis 12:1-2)
Estos versículos narran el llamamiento de Abraham, Abrán por aquel entonces. Lo que me llama la atención del mismo es el propósito para el cual fue llamado. Sin duda, como el texto indica, para llegar a ser una gran nación. Pero hay algo más; Abraham fue llamado para poder ser de bendición, pero no única y exclusivamente a su gente, a su grupo, a su casa, sino a todas las naciones. Creo que es correcto afirmar que fue llamado para bendecir a otros.
Me ha hecho pensar en el llamado del seguidor de Jesús. Con demasiada frecuencia enfatizamos los beneficios del mismo para nuestras vidas: perdón de los pecados y vida eterna, además de bendición tras bendición a lo largo de nuestro peregrinaje en este mundo. Pero olvidamos el propósito para el cual hemos sido llamados, ser de bendición a otros. Hacer bien a un mundo roto y perdido. No voy a reproducirlo aquí porque es sobradamente conocido; Pablo escribiendo a los Efesios lo indica con claridad meridiana en 2:8-10. Me atrevo a decir que nuestra vida puede ser valorada en la medida en que somos de bendición a otros; sin duda, por medio de la predicación del evangelio, pero también por medio de nuestras obras de amor, justicia y misericordia y, todo ello, en el contexto de la vida cotidiana, del trabajo, de las actividades de cada día.
¿Hasta qué punto tu vida es de bendición a otros?
Felix Ortiz Fernández

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