Caminemos Juntos en el 2018
“El evangelio, si se mira bien no es otra cosa que un largo y continuo caminar. Caminan José y María primero de Nazaret a Belén, luego, de Belén a Egipto, más tarde de Egipto a Nazaret. Camina Jesús por todos los caminos empolvados de Palestina. Y a sus discípulos les manda: Id y predicad el evangelio.
Intentaron frenar su paso para siempre clavándolo en una cruz y sellando su sepulcro. Y se lo encuentran poco después, caminando entre dos de sus discípulos en el camino a Emaús. Sus discípulos querían sujetarle en Palestina con la excusa de que era judío, y luego le ven en Antioquia, en Alejandría, en Atenas, en Roma. Pretendieron darle la ciudadanía romana, y se marcha mucho más allá, con los bárbaros.
Le construyen basílicas estupendas de mármol, y acepta la hospitalidad humilde que le ofrecen los de las orillas del Mosela, del Rin o del Danubio. Le fijaron como límite el Mediterráneo, y atraviesa el Atlántico. La cultura griega trato de hacer científico la paradoja de su evangelio y Él se goza en deletrearlo con los nuevos pueblos.
El Feudalismo le ofreció sus castillos y Él se fue habitar con los siervos más humildes. Los nobles pensaron que podrían apresarlo para siempre en sus salones dorados, entre santos y Ángeles, bajo las bóvedas de sus iglesias barrocas, pero Jesús siguió caminando. La gente de nuestros días dice que el mercado manda y nos postramos ante sus leyes e ídolos, pero a Jesús no se le puede sobornar y detener. ¿Porque? Porque tierras lejanas esperan su enseñanza. Entonces Jesús camina. Siempre va más allá.
Jesús nunca se dejará aprisionar por nuestros pobres esquemas, nunca entrará en la pobre jaula de nuestras fórmulas y proyectos. Si en nuestra iglesia o en nuestra misión de creyentes hay puertas o ventanas cerradas, tengamos en cuenta que Él se ira. Porque necesita respirar aire puro. Y le gusta caminar”.
Caminemos Juntos con Jesús y unos con otros en el 2018