sábado, 25 de abril de 2020

"Y Jesús Lloró"

"Y Jesús Lloró" Lucas 19:41-42a. “Al acercarse a Jerusalén, Jesús vio la ciudad delante de él y comenzó a llorar, diciendo: «¡Cómo quisiera que hoy tú, entre todos los pueblos, entendieras el camino de la paz!”.¿Por qué lloró Jesús al ver la ciudad de Jerusalén? Jerusalén era la ciudad de las ilusiones perdidas. Poco quedaba de la ciudad esplendorosa. La corrupción, la política, los ritos vacíos, la religiosidad barata dirigida por ladrones, corruptos, negociadores de la fe. Una ciudad desorientada, confundida, una ciudad vacía, una ciudad que le había dado la espalda a Dios. Y recuerde que toda sociedad que deja a Dios de lado no puede tener otro destino que la ruina. El problema de Jerusalén no era que no tenía fe sino que la fe no tenía el fermento transformador. Jesús lloró. ¿Si Jesús llegaría hoy a nuestras ciudades por qué lloraría? Por el 30, 40 o 50 % de pobres. Por la mitad de los jóvenes que no trabajan. Por la mentira usada como verdad. Por la violencia que recorre las calles. Jesús lloraría porque todo esto tiene una raíz. ¡Argentina se ha alejado de Dios! El 90% de sus habitantes dice creer en algo. Un país lleno de fe pero lejos de Dios. Los males estructurales del país tiene la raíz profunda en haberse alejado de Dios. Como iglesia debemos llorar por las mismas cosas que Jesús lloró. Y no quedarnos sólo con llorar sino actuar. La muerte nos hará llorar pero no terminará ahí. Porque Jesús es la esperanza de Argentina. Meses después de aquel llanto sobre Jerusalén, nació la incipiente comunidad de fe que se llama iglesia. Esta comunidad no podría tener una misión diferente que la de su fundador. Dice Hechos 8:4-8 sobre esta comunidad: "Así que los creyentes que se esparcieron predicaban la Buena Noticia acerca de Jesús adondequiera que iban". Felipe, por ejemplo, se dirigió a la ciudad de Samaria y allí le contó a la gente acerca del Mesías. Las multitudes escuchaban atentamente a Felipe, porque estaban deseosas de oír el mensaje y ver las señales milagrosas que él hacía. Muchos espíritus malignos fueron expulsados, los cuales gritaban cuando salían de sus víctimas; y muchos que habían sido paralíticos o cojos fueron sanados. Así que hubo mucha alegría en esa ciudad. …hacia el final de este pasaje dice…“y aquella ciudad se lleno de alegría”. La iglesia hoy debe proclamar con mayor intensidad, profundidad y vehemencia la Palabra de Dios, una Palabra que no sólo es para predicarla sino también para vivirla. Aquella iglesia predicaba la Palabra y era instrumento de salvación y la ciudad se llenó de alegría. El llanto de Jesús se transformó en gozo y alegría. Los hombres y mujeres de fe tenemos una cuota adicional de responsabilidad, anunciar la esperanza en Jesucristo y el poder transformador del evangelio. Aquella ciudad se llenó de alegría porque había hombres y mujeres que habían sido transformados por el poder del evangelio. Jesús lloró pero la historia no termino allí, se levantaron hombres y mujeres a vivir de manera radical su fe, dispuestos a vivir la fe hasta las últimas consecuencias. Hoy celebramos la fidelidad de Dios y confesamos que creemos en su poder a favor de todo ser humano. Pero dar honra a Dios no nos esconde en una nube de espiritualidad, cuanto más honramos al Señor más nos comprometemos a su misión transformadora. Si hoy cumplimos la misión transformadora de Dios… como lo hizo aquella primera iglesia, entonces algún día se dirá: ¡y Argentina se llenó de alegría! Dr. y Pastor J. Norberto Saracco

No hay comentarios: