miércoles, 23 de septiembre de 2020

"Tercer Espacio para una iglesia sin iglesia"

"Tercer Espacio para una iglesia sin iglesia"

Cuando hablamos de una Iglesia sin iglesia hablamos de una iglesia sin legalismo, no tradicional, no denominacional.

Hablamos de personas que se encuentran sin una iglesia a la cual pertenecer y están buscando una comunidad que sigue a Jesucristo.

Hablamos de personas que están en una búsqueda de Dios pero lejos de una religiosidad que se manifiesta en estructuras, reglamentos, etiquetas.

Cuando hablamos de un "tercer espacio" y una "iglesia sin iglesia" hablamos de estar lejos de modelos de repetición, tradicionales y jerárquicos.

Hablamos de un espacio que esté lejos del amor al poder.

Un tercer espacio nos quiere hablar del poder del amor, escuchar, del apego, la empatía, la proximidad, la equidad, la ternura, la amplitud, la gracia, la libertad, el respeto, el cuidado mutuo, la aceptación, el perdón.

Un tercer espacio nos habla de la misión que se concreta en la búsqueda del otro, del servicio en la sociedad local, de la solidaridad con los que sufren , de la cooperación global donde el evangelio no ha llegado.  

Una iglesia sin iglesia es donde se encuentra este tercer espacio para sanar, para volver a creer, para desarrollar la fe, tener esperanza y en libertad decidir dónde seguir y a qué comunidad pertenecer.

Bienvenido a una iglesia sin iglesia.  Bienvenido a este "tercer espacio". Un puente de esperanza hacia un nuevo lugar en libertad.

"Arriesgarse es perder el equilibrio momentáneamente. No arriesgarse es perderse a uno mismo". Soren Kierkegaard

Carlos Scott

lunes, 21 de septiembre de 2020

Un "Tercer Espacio" para una "Iglesia sin Iglesia" - Comunidades cristianas para cada contexto | Lausanne Movement

Comunidades cristianas para cada contexto | Lausanne Movement: La pandemia del COVID-19 ha estimulado a los líderes de iglesias de todo el mundo a hacer preguntas inquisidoras sobre la vida de la iglesia. Cuando salgamos de la crisis y entremos quizás en una…

sábado, 19 de septiembre de 2020

UNA CHISPA QUE CAMBIA LOS LATIDOS DEL CORAZÓN, Lc 24:13-49

UNA CHISPA QUE CAMBIA LOS LATIDOS DEL CORAZÓN, Lc 24:13-49

El día que Jesús resucitó se encontró con dos de sus seguidores en el camino a Emaús (Lc 24:13-35). Jerusalén se había transformado en un lugar peligroso donde había hostilidad e incertidumbre. Estos creyentes estaban abatidos y preocupados. Se dirigían hacia el oeste y la puesta del sol. Sus esperanzas parecían estar muertas y enterradas. Sus sueños destruidos, era el ocaso. Parecía no tener explicación lo ocurrido con Jesús de Nazaret.

Jesús les dió significado a las cosas, les presentó un gran panorama, un amanecer y sus vidas tuvieron sentido. No comenzó por el final sino por el principio. La escritura dice: “Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras”, Lc 24:27.

Jesús habló con ellos y la oscuridad se hizo luz. No hubo ninguna receta mágica. La invitación fue simplemente a leer y a entender. Acercarnos a la palabra de Dios como realidad viva, como fuego. Confiarnos a la guía del Espíritu. Tener el coraje de arriesgar el corazón y de ir más lejos.

“Entonces se le abrieron los ojos y lo reconocieron…”. En una comida común, en una casa común y con un pan común fueron como estos hombres reconocieron a Jesús. “Se decían el uno al otro: ― ¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?, Lc 24:32. La palabra que nos alcanza, es siempre el fenómeno de estar en el camino.

Ellos regresaron a Jerusalén lugar de peligro y hostilidad. Se preparaba la expansión global de su gloria. Esta sería lanzada con los discípulos desde un lugar peligroso: Jerusalén. Nada pudo detener la obediencia y el gozo de entender la gran visión del Señor. “Para dejar de caminar con pasos torpes, es necesaria una chispa, una sacudida que cambie el ritmo de los latidos del corazón”

Como iglesia en el día de hoy necesitamos que Jesús se ponga a nuestro lado y nos abra el entendimiento para comprender las escrituras en la visión de Dios (Lc 24:45-48). Tenemos un propósito que nos trasciende. El lugar peligroso es donde experimentamos el poder del Señor.

¿Qué significa estar en un lugar peligroso? ¿Cómo lo definimos? ¿Qué implicancias tiene?

¿En qué sentido los lugares donde estamos se pueden transformar en peligrosos?

¿Cuáles son los desafíos que debemos tomar en los lugares que Dios nos colocó?

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox


miércoles, 9 de septiembre de 2020

Mi lugar en la Misión de Dios - Abrazando a las Naciones en tiempo de pandemia, Lc 24:13-49


El día que Jesús resucitó se encontró con dos de sus seguidores en el camino a Emaús (Lc 24:13-35). Jerusalén se había transformado en un lugar peligroso donde había hostilidad e incertidumbre. Estos creyentes estaban abatidos y preocupados. Se dirigían hacia el oeste y la puesta del sol. Sus esperanzas parecían estar muertas y enterradas. Sus sueños destruidos, era el ocaso. Parecía no tener explicación lo ocurrido con Jesús de Nazaret.
Jesús les dió significado a las cosas, les presentó un gran panorama, un amanecer y sus vidas tuvieron sentido. No comenzó por el final sino por el principio. La escritura dice: Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras”, Lc 24:27. 
Jesús hablo con ellos y la oscuridad se hizo luz. No hubo ninguna receta mágica. La invitación fue simplemente a leer y a entender. Acercarnos a la palabra de Dios como realidad viva, como fuego. Confiarnos a la guía del Espíritu. Tener el coraje de arriesgar el corazón y de ir más lejos.
“Entonces se le abrieron los ojos y lo reconocieron…”. En una comida común, en una casa común y con un pan común fueron como estos hombres reconocieron a Jesús.  Se decían el uno al otro: ― ¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?, Lc 24:32.  La palabra que nos alcanza, es siempre el fenómeno de estar en el camino.
Ellos regresaron a Jerusalén lugar de peligro y hostilidad. Se preparaba la expansión global de su gloria. Esta sería lanzada con los discípulos desde un lugar peligroso: Jerusalén. Nada pudo detener la obediencia y el gozo de entender la gran visión del Señor. “Para dejar de caminar con pasos torpes, es necesaria una chispa, una sacudida que cambie el ritmo de los latidos del corazón” 
En Jerusalén junto a todos los discípulos Jesús mismo se puso en medio de ellos y les dijo: Paz a ustedes…” Lc 24:36.Esto es lo que está escrito —les explicó—: que el Cristo padecerá…”. Jesús acentúa la cruz. “… y resucitará al tercer día,” Jesús acentúa su resurrección. y en su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén.”  Jesús acentúa la urgencia de la tarea en la misión mundial. “Ustedes son testigos de estas cosas. Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre; pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto.” Lc 24.46-49. Jesús acentúa el secreto del poder.
 “Cuando estalló la persecución los apóstoles no se dispersaronPermanecieron donde era más estratégico y, sin embargo, más peligroso. Fueron arrestados, humillados, censurados y golpeados más de una vez (Hch 4:1-21 y 5:17-41). Pero, aun así, continuaron. Con el tiempo, Jacobo fue muerto (Hch 12:2). Aun entonces, siguieron en Jerusalén, rehusándose a huir… Pedro fue arrestado. Fue necesaria una liberación angelical para terminar de convencerlo de buscar un lugar más seguro fuera de la ciudad (Hch 12:7). No hay ninguna indicación de que alguno del resto de los doce haya ido con él. Estas eran personas obstinadamente obedientes. Al parecer, no había amenazas que pudieran intimidarlos”     
Ser testigo implica actuar en un contexto público. No es solo afirmar los hechos de Jesús sino también seguirle con disposición de sufrir (Hch 14:21-23). Es un testimonio constituido por el sufrimiento. Todo esto se da por hombres y mujeres comunes que actúan con valor. Son estos tiempos cuando se establece el valor de seguir a Cristo. “Y seguía aumentando el número de los que creían y aceptaban al Señor.” (Hch 5:14)
Como iglesia en el día de hoy necesitamos que Jesús se ponga a nuestro lado y nos abrá el entendimiento para comprender las escrituras en la visión de Dios (Lc 24:45-48). Tenemos un propósito que nos transciende. Necesitamos renovar la confianza puesta en el Señor para ser testigos fieles en la ciudad, la nación y el mundo.  Es predicar el evangelio, no claudicar, no tranzar, no negociar valores y principios. El lugar peligroso es donde experimentamos el poder del Señor.
Preguntas para reflexionar y trabajo en grupos pequeños:
¿Qué significa estar en un lugar peligroso? ¿Cómo lo definimos? ¿Qué implicancias tiene?
¿En qué sentido los lugares donde estamos se pueden transformar en peligrosos?
¿Cuáles son los desafíos que debemos tomar en los lugares que Dios nos colocó?
¿Cuál es el mandato y la misión? ¿Cómo lo podemos hacer efectivo?
Carlos Scott  







domingo, 6 de septiembre de 2020

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”, Jn 9:35-41

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”, Jn 9:35-41 “Jesús se enteró de que habían expulsado a aquel hombre, y al encontrarlo le pregunto: ¿Crees en el hijo del hombre? - ¿Quién es, Señor? Dímelo, para que crea en él. – Pues ya lo has visto -le contesto Jesús-; es el que está hablando contigo. – Creo, Señor – declaro el hombre. Y postrándose, lo adoró.”
El evangelio de Juan nos sigue confrontando con la transformación de un ciego y su proceso de crecimiento. Creer implica “procesos” y Dios nos invita a “creer y seguir creyendo”. Este hombre avanzo en el proceso de confesar a Jesús y el texto de Juan nos anima cuando dice: “Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres… Así que, si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres”, Jn 8.31-32,36.
“Creer en Jesús” no es un solo acto o evento. Al contrario, es todo un proceso dinámico como fue el que experimento este ciego. En este sentido, uno puede tener una fe parcial y creciente o lamentablemente menguante. Frente a los desafíos que nos plantea Jesús, la reacción negativa nunca deja de ser una posibilidad real en este evangelio. Los ejemplos que más nos pueden impresionar aparecen en diferentes capítulos referidos a discípulos que creyeron y luego volvieron hacia atrás como ser en: 6:60-66, 8:31-59 y la traición de Judas, 13:21-30 y 18:3.
Como discípulos de Jesús necesitamos profundizar nuestra entrega, 21:15-22. La fe es un proceso dinámico en la que Jesús nos desafía una y otra vez a seguir creyendo. Cada desafío, cada cuestionamiento, es, en realidad, la invitación a dar un paso adelante en el proceso del discipulado.
“Entonces Jesús dijo: -Yo he venido a este mundo para juzgarlo, para que los ciegos vean, y los que ven se queden ciegos. Algunos fariseos que estaban con él, al oírlo hablar así, le preguntaron: - ¿Qué? ¿Acaso también nosotros somos ciegos? Jesús les contestó: -Si fueran ciegos, no serían culpables de pecado, pero como afirman que ven, su pecado permanece.”
La luz de Jesús iluminó al ciego integralmente, pero provocó el rechazo de las autoridades. Lo que funcionó para producir la salvación en uno, produjo la separación de otros. Mientras que este hombre iba abriéndose progresivamente a Jesús, los religiosos se cerraron. El gran error de ellos no estaba en ser ciegos. El problema fue que, siendo ciegos, pretendían ver. Esa pretensión los llevo a rechazar una nueva visión de Jesús. “No hay peor ciego que el que no quiere ver”
¿En qué proceso nos encontramos en el seguimiento de Jesús? ¿Qué pasos debería seguir dando para tener una fe creciente y una nueva visión de Jesús? ¿Qué nuevos desafíos y cuestionamientos presenta Jesús a la vida de la iglesia?
Carlos Scott

jueves, 3 de septiembre de 2020

Gobernar provocando miedo ¿Cómo hacer para que desaparezca una persona?, Jn 9:24-34

Gobernar provocando miedo ¿Cómo hacer para que desaparezca una persona?, Jn 9:24-34
Ante el testimonio del ciego las autoridades no lograron que el milagro desaparezca y por segunda vez lo vuelven a llamar: “Júralo por Dios. A nosotros nos consta que ese hombre (Jesús) es pecador”. Por otro lado, los padres no quisieron solidarizarse con su hijo, pero tampoco podían negar que había nacido ciego. Por lo tanto, las autoridades renovaron su ataque al hombre sanado. Querían doblarle el brazo de alguna manera hasta desacreditar al autor del milagro. Una y otra vez estos religiosos muestran que no les interesa la dignidad de la persona, la verdad y el respeto. Están dispuestos a humillar y avergonzar a todo aquel que no siga sus “reglas y tradición”.
El ciego afirmo su testimonio: “Si es pecador no lo sé. Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo” (v25). Frustrados otra vez, los fariseos insistieron que el hombre volviera a relatar lo sucedido. Su respuesta fue: “Ya les dije y no me hicieron caso, ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿Es que también ustedes quieren hacerse sus discípulos? (v27).
La situación puso a las autoridades a la defensiva, su respuesta fue despectiva y lo insultaron: ¡Discípulo de ése serás tú! (v28). Nuevamente el hombre les responde con ironía, pero con certeza: ¡Allí esta lo sorprendente!, que ustedes no sepan de donde salió, y que a mí me haya abierto los ojos... Si este hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada”, (Vs30-33).
El relato termina expresando la máxima crueldad por parte de los religiosos: “Tú, que naciste sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo EXPULSARON” (v34).
Jesús al curar y sanar en los días sábados estaba mostrando que la ley había sido superada y cuestionaba la base de la identidad de estos religiosos al refugiarse en Moisés. La única posibilidad para ellos era experimentar un nuevo nacimiento en la manera que fue desafiado Nicodemo, Jn 3:1-8.
La insistencia de las autoridades sirvió para abrirle más los ojos al que una vez fue ciego. Los fariseos en su afán de desacreditar a Jesús se desacreditaron a sí mismo. El hombre “laico” se hizo cada vez más firme y se atrevió a recordarles algunos principios teológicos al “clero”. La veracidad del hombre y su insistencia en decir solo la verdad hizo que estas autoridades se cerraran más y más.
La comprensión del pecado para ellos implicaba descartar a otros seres humanos o buscar la justificación para dejarlos de lado. No tenían que dejarse cuestionar por las obras de Jesús y el testimonio del ciego porque sencillamente para ellos eran pecadores. Usaron la categoría del pecado para deshumanizar a otros y justificar su rechazo a ellos.
¿En qué situaciones solemos deshumanizar a las personas? ¿En qué hechos o circunstancias avergonzamos a la gente y no defendemos su dignidad?
¿Estamos abiertos a revisar nuestros modelos y examinar, evaluar y cambiar nuestra manera de hacer las cosas? ¿Nuestra identidad está basada en alguna estructura religiosa, reglamentos, estatutos o “etiquetas”? ¿Qué nuevo nacimiento necesitamos?
Carlos Scott

miércoles, 2 de septiembre de 2020

“No hay peor astilla que la del mismo palo”, Jn 9:20-23

“No hay peor astilla que la del mismo palo”, Jn 9:20-23
Todos somos conscientes de las jugadas que se hacen en la vida diaria cuando se intenta ignorar o hacer desaparecer determinados hechos que han ocurrido.
Cuando las autoridades niegan la realidad y se dan cuenta que no tienen por parte del ciego la declaración que buscaban comienzan a indagar a sus padres: ¿Es este su hijo, el que dicen ustedes que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver? (v19)
La respuesta de los padres fue: “Sabemos que este es nuestro hijo, y sabemos también que nació ciego. Lo que no sabemos es como ahora puede ver, ni quién le abrió los ojos. Sus padres contestaron así por miedo a los judíos, pues ya estos habían convenido que se expulsara de la sinagoga a todo el que reconociera que Jesús era el Cristo”, (v20-22)
Los padres en cierto sentido intentaron los mismo que las autoridades. No negaron la ceguera de su hijo. Hicieron algo peor: lo abandonaron ante la amenaza oficial. En vez de apoyar o ser solidarios con su hijo lo dejaron solo. En vez de estar alegres por su sanidad actuaron en base al miedo y la conveniencia.
Defender a su hijo implicaba ponerse al lado de su testimonio, no acomodarse con la estructura religiosa, sus reglamentos y sufrir las consecuencias. En vez de hacer esto se alejaron de su hijo: “Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad y puede responder por sí mismo”. Sus padres le dejaron mendigar en la calle y ahora fueron capaces de abandonarlo ante la amenaza oficial.
Una de las cosas tristes que nos puede pasar es hacer desaparecer asuntos inconvenientes para buscar una paz barata o bien ignorar y no confrontar datos que nos cuestionan o nos revelan quienes somos. Frente a estos hechos ¿Cómo respondemos?
Este es buen tiempo para un autoexamen personal delante de Dios y de nuestro prójimo. También es muy buen tiempo para examinar nuestras estructuras religiosas y salir de todo legalismo que excluye. Un tiempo para ser confrontados con la luz de Dios y buscar a una iglesia que se quedó “sin iglesia”. Odres nuevos para un vino nuevo, Lc 5:37-39
¿Habrá un “tercer espacio” para la iglesia que se quedó “sin iglesia”? ¿Por dónde comenzamos?
Carlos Scott

martes, 1 de septiembre de 2020

¡Aquí, no pasó nada! ¡Esto no existió!, Jn 9:18-19

¡Aquí, no pasó nada! ¡Esto no existió!, Jn 9:18-19 El hombre ciego que había sido sanado no les dio a los religiosos lo que querían y declaro a favor de Jesús. Su testimonio fue demasiado positivo y fue sorprendente la reacción de las autoridades. Su preocupación consistió en como deshacerse del testimonio de este hombre.
Estos religiosos deciden llamar a sus padres para interrogarlos e indagar sobre el asunto. Es decir, en vez de corregir sus criterios frente a la realidad, querían “corregir” la realidad sobre la base de sus criterios. ¿Te suena conocida esta situación? ¡Aquí, no pasó nada! ¡Esto no existió!
El tema de fondo es que no hay un interés real por encontrar la verdad y establecer la equidad. Lo que se busca muchas veces ante estas situaciones es salvaguardar el statu quo, el poder, preservar la jerarquía, la tradición y el control. Hay que borrar los hechos inconvenientes.
El interés de Jesús una y otra vez es el Reino de Dios, su poder en acción y derrotar al mal. El poder del amor en vez del amor al poder. Jesús nos vuelve a examinar y confrontar con nuestra manera de vivir. Es la luz del mundo y nuestra luz para sanarnos y curarnos. Como seguidores de Jesús el consejo de Juan es que sigamos acercándonos a la luz para que se vea claramente las obras que realizamos, Jn 3:20-21.
¿Qué temas nos cuesta confrontar en nuestra propia vida? ¿Cuáles son nuestras realidades que contradicen una verdadera integridad, equidad y espiritualidad? ¿De qué lado nos ponemos cuando está en juego la integridad de las personas? ¿Qué situaciones podemos cambiar para que haya equidad, verdad, paz y amor?
Carlos Scott