Convicción, profundidad y fidelidad
“Cuando el carcelero despertó y vio las puertas abiertas, pensó que los prisioneros se habían escapado. Sacó entonces su espada para matarse, pero Pablo le gritó: «¡No te mates! Todos estamos aquí.»... Cuando llegó junto a Pablo y a Silas, se arrodilló temblando de miedo, luego sacó de la cárcel a los dos y les preguntó: —Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme? Ellos le respondieron: —Cree en el Señor Jesús, y tú y tu familia se salvarán. Pablo y Silas compartieron el mensaje del Señor con el carcelero y con todos los que estaban en su casa. Después, cuando todavía era de noche, el carcelero llevó a Pablo y a Silas a otro lugar y les lavó las heridas. Luego, Pablo y Silas bautizaron al carcelero y a toda su familia. El carcelero los llevó de nuevo a su casa, y les dio de comer. Él y su familia estaban muy felices de haber creído en Dios”, Hch 16:27-34Lucas nos comenta algunas dimensiones de lo que implica conocer y seguir a Jesús. Lo más notable fue el cambio que experimento el carcelero en su conversión. Su carrera y prestigio profesional lo eran todo a tal punto que cuando piensa que los presos se han escapado, está listo para terminar con su vida. Para él la vida no vale mucho si no tiene el reconocimiento, prestigio y respeto que merece su tarea. Su pregunta nos llega a nosotros: " —Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme? Ellos le respondieron: —Cree en el Señor Jesús, y tú y tu familia se salvarán". Su vida cambió cuando cree en el Señor. Lavo las heridas de Pablo y Silas, los llevo a su casa, les dio de comer y tanto el cómo su familia estaba feliz de haber creído en el Señor. Tal es la naturaleza de la verdadera conversión. Tiene que ver con el modo en que vivimos y los valores con los cuales medimos el éxito en la vida. La fe en Jesucristo es un cambio profundo, de mucha convicción y se destaca la fidelidad. Se nos llama a que toda profesión y trabajo pueda ser un servicio a los demás. El evangelio incluye la buena nueva de que nuestra vida puede ser útil al reino de Dios. La buena nueva no depende del valor que la sociedad le dé a nuestra vida. Depende de la fidelidad a Dios y de ser auténticos independientemente que la sociedad nos diga lo contrario.
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox