Ver a las iglesias locales llevando todo el evangelio a todo el mundo
martes, 28 de abril de 2015
jueves, 23 de abril de 2015
Who Would Dare to Love ISIS? (A Letter from the People of the Cross)
“Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban” Hechos 7:60, 8:1 “Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?… Yo soy Jesús, a quien tú persigues…” Hechos 9:4-5
Las noticias que se dan a conocer en relación a los atentados que sufren los cristianos en diferentes lugares del mundo nos hacen pensar y reflexionar. Un informe reciente de una organización cristiana enfocada en el Medio Oriente y Norte de África nos informa que “hay unos 260 millones de cristianos que enfrentan discriminación y hasta persecuciones por causa de su fe. Aproximadamente uno de cada cuatro países pone restricciones de distinto tipo para la libertad religiosa. Millones de niños sufren por la persecución contra sus padres y familiares”[1].
“La persecución toma muchas formas; desde la opresión y la discriminación hasta la negación tajante de las libertades constitucionales o reconocidas internacionalmente. La persecución religiosa es la supresión deliberada del derecho de una persona o comunidad de retener y manifestar sus creencias religiosas
Algunos han sido encarcelados, torturados o incluso asesinados por su fe en Jesucristo. Frecuentemente su dolor y sufrimiento ha sido silencioso. Ellos son aislados de su familia y de la comunión cristiana. Son vulnerables al abuso de las fuerzas de seguridad del Estado, de grupos extremistas, de sus comunidades y de sus familias. Los cristianos son llamados no sólo a esperar que haya persecución, sino también a luchar contra la injusticia. Responder a la injusticia de la persecución es parte de nuestro llamado como cristianos”[2]
El poder abusivo y autoritario de los regímenes gobernantes nos recuerda el caso de Esteban que relata el capítulo siete de Hechos de los Apóstoles. La intolerancia y persecución están a la vista. Lucas en su evangelio expresa las palabras del Señor Jesucristo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23:34).
Jesús rogó por aquellos que le crucificaban y este Señor está dispuesto a perdonar a los enemigos de su iglesia. Esteban en su grito final exclamo: “¡Señor no les tomes en cuenta este pecado!…
Lucas en los primeros capítulos de Hechos nos muestra un contraste muy interesante entre el pueblo y sus jefes. Los últimos son los que oprimían y perseguían a los cristianos no solo por motivos religiosos sino también de poder y control. En el capítulo nueve de Hechos el representante de esos jefes era Saulo. Se encontraba persiguiendo a la Iglesia pero el Señor le dice: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues…”.
La relación entre Jesús y la Iglesia implicaba que perseguirla a ella era perseguirle a él. Se produjo entonces un encuentro con el poder transformador del Señor que tocó la vida de Saulo. Nuestros enemigos pueden transformarse en hermanos en Cristo.
Lo cierto es que lo sucedido en el comienzo del cristianismo también está pasando hoy. Países en que los poderosos persiguen a los cristianos o buscan modos de que su voz no se oiga. En estas situaciones algunos pueden estar tentados a pensar que debe haber una destrucción total de los malos antes que ellos nos destruyan. Esas palabras serían de condenación odiando a los malos y convencerse que para ellos no hay esperanza de salvación. Pero justo aquí se interpone el relato de la conversión de Saulo que muestra el poder transformador del evangelio. El evangelio de Jesucristo nos ha alcanzado a nosotros y ahora puede alcanzarles a ellos.
Nuestra oración en este momento es por aquellos que persiguen a su iglesia, maltratan, excluyen, descalifican y matan. Orar para que tengan un encuentro con el Señor como lo tuvo Saulo. Que el Mesías se les aparezca en medio de su camino y lo que parece ser un poderoso e implacable enemigo caiga al suelo como cayó Saulo. Que se quite el abuso del poder, la injusticia y la persecución.
El Compromiso de Ciudad del Cabo 2010 (Movimiento Lausana) en su segunda parte nos dice: “El amor de Cristo nos llama a sufrir y a veces, a morir por el evangelio (IIC2) El sufrimiento podría ser necesario en nuestra participación misionera como testigos de Cristo, como ocurrió con sus apóstoles y con los profetas del Antiguo Testamento (2 Co 12:9-10; 4:7-10). Estar dispuestos a sufrir es la prueba de fuego de la autenticidad de nuestra misión. Dios puede usar el sufrimiento, la persecución y el martirio para hacer avanzar su misión.
El martirio es una forma de testimonio que Cristo ha prometido honrar de manera especial. Muchos cristianos que viven en la comodidad y la prosperidad necesitan volver a oír el llamado de Cristo para estar dispuestos a sufrir por él; porque hay muchos otros creyentes que viven en medio de tales sufrimientos como el precio de dar testimonio de Jesucristo en una cultura religiosa hostil. Tal vez hayan visto a seres queridos martirizados, o hayan soportado torturas o persecución por su obediencia fiel, pero siguen amando a quienes los han lastimado tanto.
Escuchamos y recordamos con lágrimas y oración los testimonios de quienes sufren por el evangelio. Junto con ellos oramos por gracia y valentía para “amar a nuestros enemigos” como nos ordenó Cristo. Oramos para que el evangelio pueda dar fruto en lugares que son tan hostiles a sus mensajeros. Mientras nos afligimos, como corresponde, por quienes sufren, recordamos el dolor infinito que siente Dios por quienes resisten y rechazan su amor, su evangelio y a sus siervos. Anhelamos que se arrepientan y sean perdonados, y que encuentren el gozo de estar reconciliados con Dios”[3].
Este compromiso también afirma que “El amor trabaja en favor de la libertad religiosa para todas las personas (IIC6). Apoyar los derechos humanos mediante la defensa de la libertad religiosa no es incompatible con seguir el camino de la cruz cuando somos confrontados por la persecución. No existe ninguna contradicción entre estar dispuestos a sufrir personalmente el abuso o la pérdida de nuestros propios derechos por el bien de Cristo y estar dedicados a defender y hablar por los que no tienen voz ante la violación de sus derechos humanos.
Debemos distinguir también entre defender los derechos de personas de otras creencias y avalar la verdad de sus creencias. Podemos defender la libertad de los demás, de creer y practicar su religión, sin aceptar esa religión como verdadera.
Esforcémonos por alcanzar la meta de la libertad religiosa para todas las personas. Esto requiere una defensoría ante los gobiernos a favor de los cristianos y también de las personas de otras creencias que son perseguidas.
Obedezcamos a conciencia la enseñanza bíblica de ser buenos ciudadanos, de buscar el bienestar del país donde vivimos, de honrar a los que están en autoridad y orar por ellos, de pagar los impuestos, de hacer el bien y de tratar de vivir quieta y reposadamente. Los cristianos somos llamados a someternos al Estado, a menos que el Estado nos ordene lo que Dios prohíbe, o prohíba lo que Dios ordena. En consecuencia, si el Estado nos obliga a escoger entre la lealtad a él y nuestra lealtad superior a Dios, debemos decir "no" al Estado, porque hemos dicho "si" a Jesucristo, como Señor (Jer 29:7; 1 P 2:13-17; 1 Ti 2:1-2; Ro 13:1-7; Ex 1:15-21; Dn 6; Hch 3:19-20; 5:29)
En medio de todos nuestros legítimos esfuerzos en favor de la libertad religiosa para todas las personas, el anhelo más profundo de nuestro corazón sigue siendo que todos lleguen a conocer al Señor Jesucristo, pongan libremente su fe en él y sean salvos, y entren en el reino de Dios.”[4].
El apóstol Pablo expresó: “Anteriormente, yo era un blasfemo, un perseguidor y un insolente; pero Dios tuvo misericordia de mí porque yo era un incrédulo y actuaba en ignorancia. Pero la gracia de nuestro Señor se derramó sobre mí con abundancia, junto con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús. Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero precisamente por eso Dios fue misericordioso conmigo, a fin de que en mí, el peor de los pecadores, pudiera Cristo Jesús mostrar su infinita bondad. Así vengo a ser ejemplo para los que, creyendo en él, recibirán la vida eterna” (1 Ti 1:13-16)
Oramos por una transformación radical en las personas, los gobernantes, las naciones y que se experimente el nuevo nacimiento en Jesucristo. Oramos por la iglesia y por todos aquellos que están pasando situaciones de persecución. Nuestra responsabilidad y desafío es que “toda la iglesia” trabaje en unidad, solidaridad y cooperación a favor de los más débiles y desprotegidos, llevando el evangelio de la paz, justicia, verdad y amor.
Renovemos nuestra confianza en el Señor que nos dice: “Edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella” (Mt 16:18). Llevemos “todo el evangelio” a “todo el mundo” hasta que el Señor vuelva.
[1]Middle East Concern, MEC
[2]Daniel Bianchi por medio de MEC, Middle East Concern
[3]Movimiento Lausana. El compromiso de Ciudad del Cabo 2010, Una confesión de Fe y Un llamado a la Acción, Segunda parte: IIC Vivir el amor de Cristo entre personas de otras creencias religiosas, “El amor de Cristo nos llama a sufrir y a veces, a morir por el evangelio” (IIC2)
[4]Ibíd., El compromiso de Ciudad del Cabo 2010, “El amor trabaja en favor de la libertad religiosa para todas las personas (IIC6).
martes, 21 de abril de 2015
Predicaciones Iglesia Anglicana Argentina: Domingo 19 Abril
Iglesia Anglicana Argentina: Domingo 19 Abril: Devoto - Agustin Marsal
jueves, 9 de abril de 2015
Dietrich Bonhoeffer (4 de febrero de 1906 – 9 de abril de 1945)
Recordamos a Dietrich Bonhoeffer (4 de febrero de 1906 – 9 de abril de 1945). Bonhoeffer, pastor protestante y teólogo luterano, fue arrestado, encarcelado y finalmente ahorcado el 9 de abril de 1945 por el régimen nazi.
"Silencio frente al Mal es Mal en sí mismo. Dios no nos considerará sin culpa. No hablar, es hablar. No actuar, es actuar". Deitrich Bonhoeffer
"¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericrodia, y humillarte ante tu Dios" Miqueas 6:8.
Miqueas responde con un duro mensaje sobre lo que es el verdadero culto a Dios – una vida caracterizada por tres profundos elementos: justicia, mishpat en hebreo, misericordia, chesed; y humildad.
La Mishpat enfatiza la acción—el dar lo que corresponde, el poner en orden las cosas. En el Antiguo Testamento, el hacer misphat tenía que ver con ocuparse de la viuda, el huérfano, el pobre, y el extranjero—que eran sectores marginales de la sociedad de esa época. La misericordia, chesed, es una actitud del corazón de compasión y gracia, de la cual fluye una vida de justicia. Una vida sin esa virtud puesta en acción hacía que cualquier intento de culto a Dios fuera un sacrificio vacío o una pérdida de tiempo.
En efecto, el pueblo de Dios, que quiere adorar en verdad, cualquiera sea el cántico que cante, está llamado a hacer justicia (poner orden en las cosas y en la vida), a amar la misericordia (vivir con profunda compasión), y a caminar humilde delante de Dios. El culto, repensado bajo esta mirada, es lo que Dios quiere y lo que el mundo necesita desesperadamente.
PARA REFLEXIONAR: ¿Hay alguna injusticia o algún mal en tu mundo que Dios te está llamando a tomar acción?
sábado, 4 de abril de 2015
"Este evangelio habla de su Hijo, que según la naturaleza humana era descendiente de David, pero que según el Espirítu de santidad fue designado con poder Hijo de Dios por la resurrección. Él es Jesucristo nuestro Señor. Por medio de él, y en honor a su nombre recibimos el don apostólico para pesuadir a todas las naciones que obedezcan a la fe" Romanos 1:3-5
viernes, 3 de abril de 2015
"...gracias a sus heridas fuimos sanados." Is 53:4-6
"Ciertamente él cargo con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayo el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. Todos nosotros andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros" Isaías 53:4-6
jueves, 2 de abril de 2015
"Tiempo de Restaurar las Relaciones". Predicación.
"Tiempo de Restaurar las Relaciones". Predicación. Ver en:
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