La respuesta a un mundo injusto, no puede ser un acto de injusticia. Si usamos como variable de ajuste al más débil, a cualquier débil, seriamos funcionales al paradigma de la razón instrumental, a la crisis civilizatoria de la globalización neoliberal.
El debate sobre el aborto tiene un contexto histórico determinado. Son tiempos donde la vida y el sentido de la misma están devaluados. La dignidad humana en los hechos no es reconocida: así lo atestigua la miseria, la indigencia, la pobreza, la exclusión, la explotación, la violencia institucional, el narcotráfico, etc
Este contexto obedece a un paradigma de época. Hace tiempo que en Occidente el único ordenador de los vínculos sociales, culturales, económicos y políticos es el neoliberalismo, el modelo tecnocrático y la razón instrumental. Es un proyecto de aniquilación de la vida y del planeta. Genera una sociedad abortiva de la dignidad del hombre, a través de la cosificación de la vida. Todo es mercado, todo se vende y se compra, se descarta, se consume, se explota “eficientemente”. También las relaciones humanas, sociales y entre pueblos.
Frente a las fuerzas dominantes del mundo -y aunque parezca un absurdo- debemos afirmarnos más que nunca en el principal de los derechos humanos que es la vida, en todas sus fases de desarrollo.
La defensa de toda vida humana debe ser lo más importante de nuestra Nación. Todo proyecto político, económico y social debe proteger la vida, especialmente la más débil, vulnerable, necesitada.
El debate sobre el aborto tiene un contexto histórico determinado. Son tiempos donde la vida y el sentido de la misma están devaluados. La dignidad humana en los hechos no es reconocida: así lo atestigua la miseria, la indigencia, la pobreza, la exclusión, la explotación, la violencia institucional, el narcotráfico, etc
Este contexto obedece a un paradigma de época. Hace tiempo que en Occidente el único ordenador de los vínculos sociales, culturales, económicos y políticos es el neoliberalismo, el modelo tecnocrático y la razón instrumental. Es un proyecto de aniquilación de la vida y del planeta. Genera una sociedad abortiva de la dignidad del hombre, a través de la cosificación de la vida. Todo es mercado, todo se vende y se compra, se descarta, se consume, se explota “eficientemente”. También las relaciones humanas, sociales y entre pueblos.
Frente a las fuerzas dominantes del mundo -y aunque parezca un absurdo- debemos afirmarnos más que nunca en el principal de los derechos humanos que es la vida, en todas sus fases de desarrollo.
La defensa de toda vida humana debe ser lo más importante de nuestra Nación. Todo proyecto político, económico y social debe proteger la vida, especialmente la más débil, vulnerable, necesitada.
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