Conceder la palabra
“Todavía estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu Santo vino sobre todos los que escuchaban su mensaje. Y los creyentes procedentes del judaísmo que habían llegado con Pedro, se quedaron admirados de que el Espíritu Santo fuera dado también a los que no eran judíos, pues los oían hablar en lenguas extrañas y alabar a Dios. Entonces Pedro dijo: —¿Acaso puede impedirse que sean bautizadas estas personas, que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros? Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Después rogaron a Pedro que se quedara con ellos algunos días.” Hch 10:44-48Los que toman la palabra no ciertamente son “héroes” sino personas que tienen “autoridad”. Esta autoridad no siempre viene de las victorias sino de aprender sobre los fracasos. Pedro es un “veterano” de una aventura que no es tan gloriosa. En su momento abandono al Señor y ahora tiene el coraje de hablar de Jesús de Nazaret. Lo pudo hacer porque ha derramado lágrimas y Jesús lo ha aceptado con esa confesión sencilla: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero – Apacienta mis ovejas – le dijo Jesús”. Como pecadores perdonados que día a día obtenemos la gracia inesperada se nos concede la palabra no porque seamos tan valientes, sino porque estamos decididos a dejarnos transformar y volver a comenzar. Pedro fue amado a pesar de su infidelidad y nosotros también. Dios nos llama a ir a determinados ambientes que no son tan favorables y algo nuevo puede suceder. “Todavía estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu Santo vino sobre todos los que escuchaban su mensaje”. Jesús remueve los obstáculos y nos da garantías en que todos los días estará con nosotros. Seguir a Jesús es camino, viaje, movimiento e impaciencia de anuncio. Compartamos la vida en Cristo, su paz, el perdón, la luz que pone en crisis las tinieblas y el amor que derrota al odio. Su Espíritu Santo sigue derramándose sobre toda la humanidad. “Pondré mi espíritu en ustedes, y así haré que obedezcan todos mis mandamientos” Ez 36:27
Carlos Scott