domingo, 19 de mayo de 2024

Tema obligado

Agua fresca 

"En el camino, tenía que pasar por Samaria.  Entonces llegó a una aldea samaritana llamada Sicar, cerca del campo que Jacob le dio a su hijo José.  Allí estaba el pozo de Jacob; y Jesús, cansado por la larga caminata, se sentó junto al pozo cerca del mediodía. Poco después, llegó una mujer samaritana a sacar agua, y Jesús le dijo: —Por favor, dame un poco de agua para beber.  Él estaba solo en ese momento porque sus discípulos habían ido a la aldea a comprar algo para comer. La mujer se sorprendió, ya que los judíos rechazan todo trato con los samaritanos. Entonces le dijo a Jesús: —Usted es judío, y yo soy una mujer samaritana. ¿Por qué me pide agua para beber?”, Jn 4:4-9

Nos encontramos con Jesús en la región de Samaria y más específicamente en la aldea de Sicar. Jesús va camino a Galilea y está cansado por la larga caminata, es cerca del mediodía y se sienta junto a un pozo de agua. Es un extraño, que se toma la libertad de hablar con una mujer. Jesús, maestro de la libertad, viola las prohibiciones impuestas por los fanatismos y deja de lado la discriminación. Es un judío diferente de los demás que le pide agua a una enemiga. La conversación se inicia con dificultad y desconfianza. El agua constituye el tema obligado, pero Jesús cambia y se convierte en alguien que ofrece un don misterioso. Él hace referencia a una fuente que no tiene nada que ver con aquel pozo. Toca el argumento de la sed, pero está hablando de otro tipo de sed. Hay frescura en medio del diálogo como el agua que brota en la profundidad. Jesús nos vuelve a decir: "—Cualquiera que beba de esta agua pronto volverá a tener sed, pero todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás. Esa agua se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de ellos y les da vida eterna", Jn 4:13-14

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox 

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