Máscaras
“Jesús dijo: —Simón, tengo algo que decirte…”, Lc 7:40Uno de los problemas que podemos tener es creer que podemos mostrarle al Señor nuestras virtudes. El dirigente Simón quizás buscaba darse importancia al invitar al Señor y hacerse la ilusión que podría ser admirado por su moralidad. Mas que pensar en nuestras propias virtudes para compararnos con otros, siempre es más oportuno examinarnos, inspeccionar y descubrir nuestra propia debilidad y pobreza. La máscara honorable también puede esconder una gran miseria. El religioso Simón está disponible para confesar los pecados ajenos, pero no puede ver lo suyo propio. “Al ver esto, Simón pensó: «Si de veras este hombre fuera profeta, sabría que lo está tocando una mujer de mala fama.». En la otra vereda nos encontramos con una mujer que se limita a expresar gestos de arrepentimiento, una liturgia de amor y ternura que conmovió al Señor. “Si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado. Si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad; pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, llamamos a Dios mentiroso y demostramos que no hay lugar para su palabra en nuestro corazón.”, 1 Jn 1:7-10
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox
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