martes, 16 de diciembre de 2025

María de Nazaret se pone a disposición no de lo posible, sino de lo imposible

Lo imposible

—“¿Cómo podrá suceder esto —preguntó María al ángel—, puesto que soy virgen? Y el ángel dijo: —El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios... Porque para Dios no hay nada imposible.”, Lc 1:34-37

Sabemos que ciertas cosas resultan imposibles. Conocemos nuestra debilidad, nuestros límites, nuestras miserias, nuestras incapacidades, nuestras perezas y resistencias, nuestras cobardías e hipocresías. Conocemos el mal que existe en el mundo, en sus formas más horribles, su des humanidad

Otras veces conocemos la lentitud de la iglesia, sus contradicciones, sus retrasos, sus miedos y dudas, los comportamientos no siempre evangélicos de algunos de sus representantes. Como seres humanos conocemos nuestro mal funcionamiento. Le siguen las desilusiones y la escasa fiabilidad.

La perspectiva cambia cuando confiamos en Dios y ver que lo imposible está a nuestro alcance. María oye afirmar que “para Dios no hay nada imposible” y se entrega confiada a esta verdad: —“Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho.” María de Nazaret se pone a disposición no de lo posible, sino de lo imposible. En la lista de nuestras imposibilidades se introduce la presencia de Dios y entonces nuestros cálculos se derrumban. La columna de las cosas imposibles se convierte en la columna de las cosas posibles. Otra humanidad, sociedad, nación e iglesia es posible.

Debemos convencernos de que lo imposible es la única posibilidad de salvación. Cuando Dios interviene, lo imposible se convierte en el único camino posible. ¡Venga tu Reino!

Carlos Scott 

Foto Gilbert Lennox


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