martes, 19 de diciembre de 2017

Un tiempo de tristeza y dolor. La necesidad de vivir en la Verdad. Jn 1:47

Jesús cuando se encontró con Natanael lo definió como “un verdadero israelita en quien no hay falsedad”. La cara contrapuesta es encontrarnos con personas que engañan y mienten, Jn 2:23-25.

Vivimos tiempos donde muchas veces parece que las cosas están fuera de control. Hay voces de todo tipo, ya sean de políticos, religiosos, periodistas, educadores, profesionales y muchos más. La información que recibimos, como la manipulación de la misma, la falta de veracidad en los ámbitos del poder crea confusión, luchas y distorsión de la realidad. Lo realmente cierto es que la pobreza, inseguridad y la pérdida de valores nos golpean a diario. No se mira lo que hay que ver. La gente se encuentra como ovejas sin pastor, Ez 34:1-6, Mc 6:34.

¿Cómo definimos a los que engañan y son mentirosos?
El salmo doce nos habla de personas de labios lisonjeros, que no han sido fieles y sinceros. Gente que vive con doblez y mentira, Sal 12:1-2. Por lo general son personas que dicen una cosa con su mente y sus labios, pero en su corazón tienen otra cosa. Son aquellas personas que tienen un discurso oficial pero no real. Según las circunstancias, la palabra puede jugar determinado papel para engañar al prójimo. La palabra de los mentirosos inventa y deforma la realidad. Muchos tienen un poder de confusión. Con la mentira nos engañamos a nosotros mismos y al prójimo.

¿Qué significa vivir con sinceridad y sin falsedad?
La palabra de Dios nos invita a conocer la verdad, seguirla, permanecer y enamorarnos de la misma. Jesús nos dice: “Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”, Jn 8:31-32. Es vivir como hijos de luz donde se nos exhorta a producir el fruto de la misma que consiste en toda bondad, justicia y verdad, Ef 5:8-9. Es cuando el amor y la verdad se encuentran, cuando se besan la paz y la justicia, Sal 85:10.

Implica vivir una vida de amor, Ef 5:2. El apóstol Pablo escribe “El amor es el cumplimiento de la ley”, Ro 13:8. “El hombre nuevo es el hombre que ama, el que ha sido libertado para una existencia creadora al servicio de los demás” “El amor se define como la inquebrantable disposición a acudir al “servicio” del otro, sin preguntarse quién es, ni si tiene culpa, sino considerando su necesidad. Para ser más precisos, no se trata simplemente de ofrecer un servicio o una ayuda, sino de la entrega de uno mismo, de una total solidaridad que no repara en el costo”.

¿Cómo vencer la oscuridad y la mentira?
Tiene un precio vivir en la verdad y la luz. Es dejar que la palabra de Dios y su espíritu nos examinen, nos descubra y muestre quienes somos. “El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente…, para tener que compartir con los necesitados”, Ef 4:28. “Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdono a ustedes en Cristo”, Ef 4:31-32.

Una de nuestras barreras para vencer la oscuridad y andar en la verdad es el miedo. Cuando nos acercamos a la luz y la verdad no debemos tener miedo. El hecho que nuestras malas obras se descubran delante de Dios es para salvarnos y sanarnos. Para vencer el miedo es necesario tener coraje y ser valientes. Debemos confiar en el amor de Dios que nos invita, Jn 3:16-18, Mt 11:28-30. “Dios es amor. En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor”, 1Jn 4:16-18. La invitación es acercarnos al amor, la luz y la verdad. Jesucristo es la verdad y la luz del mundo, Jn 8:12,14:6.

Nuestra esperanza, desafío y horizonte

Nuestra esperanza y oración es la misma que el salmista “Tu, Señor nos protegerás; tu siempre nos defenderás de esa gente, aun cuando los malvados sigan merodeando, y la maldad sea exaltada en este mundo”, Sal 12:7. Ante la injusticia Dios nos dice: “Voy ahora a levantarme, y pondré a salvo a los oprimidos, pues al pobre se le oprime, y el necesitado se queja”, Sal 12:5. “Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama”, Sal 22:24.

Nosotros al igual que Natanael somos desafiados por el Señor, Jn 1:50; para estar en su seguimiento y vivir con integridad.

Carlos Scott
Misión Local y Global (GloCal)
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