Identidad
- Cuando hablamos de la iglesia local hablamos de una iglesia que conoce su identidad. Un iglesia sana es una comunidad que exalta y glorifica el nombre de Jesucristo. * > "¿Cómo te ves a ti mismo?”, Jn 1:21-22. Juan el Bautista se veía como una voz que llamaba al pueblo a preparar el camino del Señor. Nada más que una voz, Is 40:3. “Juan estaba sugiriendo que el pueblo elegido debía ser purificado”. Solo el Mesías es quien toca y cambia las vidas. * > Juan buscaba la sencillez. No buscaba gloria, poder o una posición elevada. No se creía el único o el más importante. Entendía que la gente le pertenecía a Dios. No son las instituciones, nuestros métodos y programas los que cambian a las personas. “Tener en claro nuestra identidad es el principio de un ministerio sano”. * > El ejemplo de Juan el Bautista es su servicio humilde, generoso y desinteresado. Esto nos impacta. Jesús habla de Juan como el más grande de los profetas y se identificó con la tradición de los mismos, Mt 11:7-15. La plenitud del Espíritu de Dios se manifiesta en la humildad, la solidaridad con el Pueblo de Dios y la entrega total a la causa del Reino de Dios. * > Juan el Bautista no se amargo por no tener el papel principal en la película. Se alegró de ocupar su rol y en este caso dejo sus pretensiones teniendo una perspectiva adecuada de sí mismo. “La verdadera persona religiosa es ‘uno que cede el puesto’. Es decir, el verdadero testigo no es nunca pesado, asfixiante, absorbente, sino que hace sitio a los demás. Cede el puesto al otro. Concede espacio a la libertad de los otros… El testigo autentico es uno que sabe desaparecer en el momento justo, para dejar libre el campo a los verdaderos e insustituibles protagonistas del encuentro…paga el precio quizás más difícil: el marcharse de puntillas, para no molestar, sin esperar siquiera un gesto de saludo, o una invitación a la fiesta”. * > Las autoridades judías debían haber reaccionado como Juan el Bautista, pero fue más fuerte su deseo de tener el poder y el control que reconocer la presencia de Dios, Jn 1:9. En nuestro mundo y contexto es clave en todo tiempo comprender cuál es el tiempo de la acción y el tiempo de la salida. Podría ser muy perjudicial si nos retrasamos. Se trata de que aprendamos esta lección, el coraje de decir “No soy yo”
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