Sueño con una iglesia de ojos y oídos abiertos que obra proféticamente confrontando los poderes de este mundo; que sabe que no lucha contra carne o sangre y por lo tanto no discrimina, no ataca, no excluye; que no se deja seducir por las mieles del poder; que trabaja en la propuesta más que en la protesta; que cree que solo vidas transformadas por Jesucristo nos darán una sociedad diferente. Es en esta agenda del reino donde debemos poner toda nuestra energía y recursos.
Norberto Saracco
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