"Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros... Se extenderán su soberanía y su paz, y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre." — Isaías 9:6-7
Dios sabe que necesitamos gobierno. Esa es la razón por la que Él mismo se denomina Rey, Pastor, Maestro, Señor y Padre. Y cuando Jesús nació en Belén, el mundo ganó a su gobernante más grande. ¿Alguna vez pensaste en un gobernante en particular y te preguntaste cómo puede sobrellevar el peso de la responsabilidad? Sin embargo, el gobierno real, la autoridad para modelar la vida, en última instancia yace solo en los hombros de Cristo: «La soberanía reposará sobre sus hombros».
Hay un tiempo futuro en el que Jesús reinará como gobernante indiscutido. Desde aquella noche en Belén, el mundo ha cambiado. No es que la maldad haya desaparecido, pero su contraparte (el poder de Cristo) ha resultado triunfante en una vida tras otra. Lo vemos en la persona que tiene victoria sobre una adicción, en alguien que se levanta por la justicia, en las relaciones reconciliadas, en la gente cuyo carácter se modela por el carácter de Cristo.
En esta Navidad podemos agradecerle a Dios que no nos dejó solos en nuestro estado caótico. Un pastor–rey se levantó en la línea sucesoria davídica no para ser como los demás reyes sino para gobernar nuestra vida, al cambiar nuestros corazones, vivificar nuestras conciencias y cambiar nuestro mundo (Salmo 2). Él es el Rey y todo pueblo le adorara.
Oración para este día:
Señor, confieso que hay mucho en mí que no quiere ser gobernado. Ayúdame a tener alegría en el hecho de que tu gobierno nunca terminará y, debido a eso, la paz se incrementará.
Alegría de Navidad - Mel Lawrenz
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