viernes, 18 de noviembre de 2022

La fecundidad en otras partes

Circunstancias que definen un destino

"¿Acaso no es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no es verdad que sus hermanas viven en este mismo pueblo? Y se quedaron confundidos y contrariados...", Mc 6:4 
La gente de Nazaret sabía mucho acerca de Jesús, conocían su parentela y, por lo tanto: ¿Quién se cree que es? El despreciar a Jesús, minimizarlo y reducirlo a sus propias medidas lo único que evidenciaba era un gran complejo de inferioridad; el celo y la envidia. A Jesús no podemos encerrarlo en una determinada fórmula ideológica o cualquier otro sistema para reducirlo a nuestros deseos y expectativas. El incidente de Nazaret le puede suceder a cualquiera. Se esperaba encontrar una puerta abierta, pero sucedió todo lo contrario. Allí donde uno podía esperar aliento y comprensión se descubre la indiferencia o incluso la hostilidad. La esperanza era encontrar una mano fraterna y, de pronto, lo único que se encuentra es la desconfianza y el rechazo. Lo que experimentó Jesús lo podemos llegar a vivir nosotros, entonces ¿que nos queda? Hay una buena señal cuando entendemos que la incomprensión, la torpeza y la mezquindad nos sirve para aclararnos las cosas. El fracaso en casa es garantía de fecundidad en otra parte. Es algo mejor y por lo tanto seamos agradecidos cuando te regalan el ticket para ir a otra parte. Permanecer en Nazaret puede ser hermoso desde lo afectivo, pero te puede empobrecer. Y en especial... empobrece a los más lejanos. Jesús nos llama en este día para que sigamos el viaje a todos los pueblos enseñando las buenas noticias. Nos vuelve a reunir y nos envía dándonos el poder necesario para seguir sirviendo, Mr 6:7
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

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