miércoles, 15 de marzo de 2023

El grito de siempre

El grito del camino

“Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba pasando por allí, empezó a gritar: —Jesús, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”, Mc 10:47

A Jesús le gustó la actitud y el grito de Bartimeo. Le gusta que toda persona esté dispuesta a seguirle en su camino. No le interesan los susurros, sino la voz firme del compromiso. Bartimeo es una persona que está fuera del programa oficial y del reglamento. Quisieron fiscalizar sus documentos y establecer su lugar según algunos gustos. Hay reglas inflexibles, barreras y filtros selectivos que la gente tiene. Nada de esto resultó para él y se abre paso a pesar del orden establecido porque “él gritaba con más fuerza todavía: —Señor, tú que eres el Mesías, ¡ten compasión de mí y ayúdame!”, Mc 10:48. Jesús se detiene y no sigue adelante. El grito fuera de las normas establecidas tiene el poder de detenerlo. La gente muchas veces no puede aguantar el grito que perturba, el grito de siempre. Muchos quieren neutralizarlo o al menos domesticarlo, hacerlo más formal y enseñarle los buenos modales. La realidad para nosotros es volver aprender el abecedario del grito. Es un grito que nos llama al compromiso con el prójimo, es un grito que quita nuestras seguridades, nos desestabiliza y nos saca fuera del programa. Es el grito imprevisible que hace saltar por el aire los formularios y las respuestas prefabricadas. El tema para algunos es defender la tranquilidad. A veces nuestra estructura y sistema mantienen a distancia a los que llevan un drama, un desgarro, un sufrimiento, una rebelión, una protesta desesperada que solo puede ser escuchada con una voz no reglamentaria, no contemplada en nuestras liturgias o ceremoniales. Jesús que vive al aire libre y que camina por las calles pisoteadas por la gente, no tiene miedo al grito y ama a los que no se resignan a mantener el puesto que le han asignado. El que busca a Jesús es recibido por él y nos dice “Vengan a mí”. “Entonces Jesús se detuvo y dijo: —Llámenlo”. Somos llamados a decirle a la gente, lo mismo que otros le dijeron a Bartimeo “—¡No tengas miedo! Ven, que Jesús te llama.”. Mc 10:49

Carlos Scott

Foto de Gilbert Lennox 

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