miércoles, 22 de noviembre de 2023

Enséñame a Vivir

El juego político a costa de la integridad

“Pablo contestó: —Excelentísimo Festo, yo no estoy loco. Lo que he dicho es la verdad, y no una locura. El rey Agripa sabe mucho acerca de todo esto, y por eso hablo con tanta confianza delante de él. Estoy seguro de que él sabe todo esto, porque no se trata de cosas que hayan pasado en secreto”, Hch cap. 25 y 26

El nuevo gobernador Festo parece traer un nuevo estilo político, pero en definitiva no responde con integridad. El tema de fondo es quedar bien con todos y no verse perjudicado. Todo esto a costa de la verdad. El salmo quince nos recuerda lo siguiente: “Dime, Dios mío, ¿quién puede vivir en tu santuario?, ... Sólo quien hace lo bueno y practica la justicia; sólo quien piensa en la verdad y habla con la verdad; sólo quien no habla mal de nadie ni busca el mal de nadie ni ofende a nadie; … sólo quien cumple lo que promete, aunque salga perdiendo; … y jamás acepta dinero para perjudicar al inocente. Quien así se comporta, vivirá siempre seguro”. Pablo siendo inocente y ante la falta de justicia apela finalmente al tribunal del Cesar. Pablo está señalando indirectamente la triste corrupción del Imperio y la necesidad de responder al mensaje que proclama. Hay contradicciones internas en los sistemas y no hay mucho interés hacia los más necesitados de justicia y equidad. Es triste ver el menosprecio, la indiferencia y que las personas sean un objeto de utilidad política. Pablo tiene el poder y la convicción que le da el Espíritu Santo de tal modo que al final de su encuentro es el gobernador y el rey que se encuentran incómodos. Extraño es este poder que hace que un hombre en cadenas confronte a un gobernador y rey. Si bien ellos no están convencidos, se encuentran vencidos. Este mismo poder está vigente porque conocemos quien vive en nosotros. Jesús se hace presente por medio del Espíritu Santo y es el verdadero protagonista de nuestra historia. "¡Dios mío, tú bendices al pueblo que te reconoce como Dios! ¡Tú bendices a la nación que te acepta como dueño!”, Sal 33:10-12 “Dios mío, enséñame a vivir como tú siempre has querido. Tú eres mi Dios y salvador, y en ti siempre confío”, Sal 25:4-5.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

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