Una espiritualidad inclusiva
"El Señor le había dicho a Abram: «Deja tu patria y a tus parientes y a la familia de tu padre, y vete a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una gran nación; te bendeciré y te haré famoso, y serás una bendición para otros. Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te traten con desprecio. Todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti», Gn 12:1-3 “Por la fe Abraham, … salió sin saber dónde iba… y habito en tiendas de campaña con Isaac y Jacob…”, He 11:8-9. «Le creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia», y fue llamado amigo de Dios.", Stg 2:23Cuando hablamos sobre una espiritualidad inclusiva estamos hablando de "bendecir a todas las familias de la tierra". Hablamos también de creer, del riesgo y la aventura. Abraham le creyó a Dios y el Señor lo reconoció a él como justo. Pero creer es más que un estado adquirido, denuncia una voluntad de progresar, una obstinación por buscar, una tensión hacia horizontes siempre nuevos y sorprendentes. Es el deseo por lo que está más allá y que todavía no hemos descubierto.
Creer y seguir caminando no sugiere la idea de una meta alcanzada, sino de un camino que hay que inventar. El camino nos ofrece una nueva partida. Una mentalidad de gueto va en contra del espíritu que quiere llegar a otras costas. El Reino se encuentra en territorios inexplorados. Estar en el camino y habitar en tiendas de campaña sugiere la idea de éxodo. No es instalación, estructura, sino viaje, itinerario, movimiento. El camino se desarrolla fuera de la vivienda, hay éxodo y recorrido. El camino a seguir plantea preguntas: ¿Dónde está?, ¿Dónde podemos encontrarlo?, pero la más desafiante es ¿Dónde nos lleva? Jesucristo se define como “Yo soy el Camino". Somos llamados a movernos con El y caminar implica desplazarnos. Jesús nos espera en otra parte.
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox
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