Hace algunos años, tuve una experiencia que me marcó. Me encuentro con un ejecutivo de primera línea de una empresa multinacional y me comenta que un talento de su equipo, que muy poco tiempo antes había sido identificado como Alto Potencial de desarrollo, había regresado de sus vacaciones y le transmitió que quería irse a la brevedad de la empresa para hacer un giro de 180º en su trayectoria.
Ante su pregunta de cómo fue que tomó esa decisión, recibió como respuesta: fue el único momento del año que tuvo la posibilidad de tomarse el tiempo y la distancia para darse cuenta qué quiere de su vida y de su trabajo. Más allá de su sorpresa -y decepción- inicial, el directivo acompañó a su colaborador en el proceso de salida, valorando el coraje y la valentía que había tenido para avanzar en esa dirección.
Desde ese momento comprendí que, muchas veces, el período vacacional es el ideal para redefinir cómo queremos direccionar nuestro itinerario laboral y proyectar los siguientes pasos.
Veamos algunas de las razones:
a. En general durante el año no tenemos ocasión para hacerlo, ya que estamos la mayor parte del tiempo ocupados. Durante esta época la mayoría de las obligaciones cotidianas están en pausa y tenemos la posibilidad de destinar parte de nuestra energía a reflexionar
b. Tomamos distancia física de los lugares que solemos frecuentar habitualmente y visitamos sitios distintos, que nos pueden brindar el contexto ideal para mirar desde otra perspectiva aquellas cosas que están naturalizadas
c. Tenemos la posibilidad de interactuar con personas diferentes, escuchar otro tipo de conversaciones, historias poco habituales que pueden inspirarnos y mostrarnos otros modelos de vida y de trabajo
d. Nuestros afectos y demás personas con las que interactuamos habitualmente también están “a otra velocidad” y en modo “vacaciones”, permitiéndonos hablar de lo que no hablamos habitualmente y conectarnos más profundamente
Alejandro Melamed
Foto de Gilbert Lennox Photography
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