sábado, 4 de junio de 2022

Peligro

 No tengo a nadie

“—¿Quieres que Dios te sane? El enfermo contestó: —Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando el agua se mueve. Cada vez que trato de meterme, alguien lo hace primero", Jn 5:6-7
Existen algunos peligros cuando nos enfrentamos con este tipo de preguntas. Está el peligro de la resignación y de una existencia disminuida.
Cuando hay treinta y ocho de espera, se puede terminar por no desear nada más. La parálisis más temida es la que golpea la voluntad.
Nos encontramos con una enfermedad grave cuando no se intenta nada ante tantas desilusiones.
Treinta y ocho años de espera, de soledad y resignación pueden tener una fuerza para apagar la esperanza.
El enfermo no pide nada, pero Jesús toma la iniciativa. Jesús sigue siendo la alegría de la humanidad.
Jesús nos presenta un camino de libertad, pero va a implicar caminar con las propias piernas y salir de una zona de mediocridad.
Fijemos la mirada en la dirección justa. No se trata del agua milagrosa y tampoco solo de nosotros. Se trata de Él.
Siempre hay una posibilidad y su nombre es Jesús.
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

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