miércoles, 18 de septiembre de 2024

Exceso de misericordia

Se busca un culpable

"Y le dijeron a Jesús: —Maestro, encontramos a esta mujer cometiendo pecado de adulterio. En nuestra ley, Moisés manda que a esta clase de mujeres las matemos a pedradas. ¿Tú qué opinas?, Jn 8:4-5

Las autoridades religiosas confrontan a Jesús y le hacen una pregunta para ponerle una trampa. En las intenciones de los acusadores los culpables son dos: la mujer y Jesús. El pecado de Jesús parece ser el exceso de misericordia. Jesús se encontraba enseñando y lo interrumpen bruscamente para obligarlo a tomar una posición. El silencio y la palabra formarán parte de la actitud de Jesús. Es interesante observar que misteriosamente el nombre del amante ha desaparecido. La única culpable es la mujer. Seguramente hay complicidad de los guardianes de la moral pública que son machistas e indulgentes. Jesús traza líneas en el polvo del suelo para demostrar lo lejos que está de esas actitudes. No ha venido para juzgar y no le interesan los artículos del código. Jesús no tiene nada que ver con la gente que es cruel, sin piedad, con la hipocresía y con todos aquellos que actúan como fanáticos escandalizados. Jesús busca la comprensión y hace referencia a otra ley diferente. Con su escritura misteriosa lo que resalta es el código de la misericordia. Esta misericordia apela a un corazón de carne y no a un código penal escrito sobre una madera dura. Cuando se lanzan o tiran piedras nada bueno puede ocurrir. "Amados hermanos, si otro creyente está dominado por algún pecado, ustedes, que son espirituales, deberían ayudarlo a volver al camino recto con ternura y humildad. Y tengan mucho cuidado de no caer en la misma tentación. Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de esa manera la ley de Cristo. Si te crees demasiado importante para ayudar a alguien, solo te engañas a ti mismo. No eres tan importante. Presta mucha atención a tu propio trabajo, porque entonces obtendrás la satisfacción de haber hecho bien tu labor y no tendrás que compararte con nadie. Pues cada uno es responsable de su propia conducta.", Ga 6:1-5. “Sobre todo, ámense mucho unos a otros, porque el amor borra los pecados”, 1 P 4:8.

Carlos Scott

Foto Gilbert Lennox

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