Una Espiritualidad Comunitaria
“El que ama a los demás, vive bajo la brillante luz de Dios y no causa ningún problema a los de su iglesia. Pero el que odia a otro cristiano, vive en la oscuridad y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo ha dejado ciego.", 1 Jn 2:10-11 “Y Jesucristo nos dio este mandamiento: «¡Amen a Dios, y ámense unos a otros!», 1 Jn 4:21El fin de una espiritualidad que está en el seguimiento de Jesús, no se trata del cumplimiento de una norma moralista sino la búsqueda de un corazón puro comprometido con su misión. Cuando descubrimos que en el Señor encontramos la plenitud de la vida, la moral será una consecuencia de la vida en el Espíritu y no a la inversa. Como comunidad nos introducimos en la unión con Dios y dentro de esta, en la unidad consigo mismo, con todos los demás y con toda la creación.
El primer llamado a toda comunidad es vivir la fe con vigor y tener un encuentro con Dios que nos convierta en seres humanos más maduros conforme a la imagen de Jesús. Se trata de tener un corazón compasivo, amante de Dios y experto en el amor al prójimo. Es unirnos a Dios en una relación liberadora.
La iglesia como comunidad del Reino de Dios es llamada a vivir de acuerdo con sus valores, teniendo cuidado con la sobrecarga del trabajo, el descuido de la salud física, el escaso tiempo para la vida familiar y la incapacidad para disfrutar del tiempo libre. Se nos llama a ser compasivos y misericordiosos con nosotros mismos. La piedad se debe manifestar sin caer en la tiranía o auto destrucción de nosotros mismos y esto afecta a la comunidad. "La espiritualidad no es tanto una forma de hacer, sino una forma de ser."
El espacio preferencial para el desarrollo de la espiritualidad no es el individuo aislado sino la comunidad de Jesús abierta al mundo. Nuestra vida espiritual no solo se lleva adelante en lo personal, sino también como comunidad.
Cristo es el centro de la comunidad y no la comunidad misma. Jesucristo es la meta que todos compartimos. La presencia de Cristo es el motivo para la sujeción mutua, para la obediencia, para el amor fraterno, para la hospitalidad, para el ejercicio humilde de la autoridad y para afrontar las imperfecciones de la comunidad sin necesidad de huir de ella. No hay una receta fácil y Jesús marca la espiritualidad en la perseverancia para no caer en la madurez en un minuto, el crecimiento en un año y el éxito ahora mismo.
Carlos Scott
Foto Gilbert Lennox