martes, 21 de diciembre de 2021

Saltar de alegría

«Pero, ¿cómo es esto, que la madre de mi Señor venga a verme? Te digo que tan pronto como llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de alegría la criatura que llevo en el vientre. ¡Dichosa tú que has creído, porque lo que el Señor te ha dicho se cumplirá!». Lucas 1.43–45 - NVI


La alegría no ha sido una virtud acentuada por la pastoral cristiana. Ni la liturgia, ni la teología (que es otra forma de liturgia) la han reconocido con toda su magnitud. Por el contrario, en muchos casos, hablar de fe es llamar a todo lo que contradiga la alegría: el dolor sacrificial, la ascesis y el desprendimiento de todos los placeres terrenales (todo lo que produzca alegría). ¿No ha sucedido así por muchos siglos?

Para los antiguos griegos existían tres virtudes que contribuían a la formación de un ciudadano perfecto: la justicia, la fortaleza y la templanza. Platón añadió una más, la prudencia. Después la fe cristiana, siempre interesada en entablar diálogos con las filosofías de su momento (en este caso con los estoicos), consideró que esas cuatro virtudes morales eran las que contribuían a desarrollar una vida bienaventurada. A las virtudes anteriores se agregaron después tres virtudes teologales (porque se refieren a Dios): la fe, la esperanza y la caridad. 

Pero, ni las virtudes cardinales, ni las teologales incluyeron la alegría. La dejaron afuera, quizá por considerar que un aspirante a la santidad debía ser circunspecto y conducirse con sobriedad y decoro. Incluso los viejos monjes llegaron a discutir acaloradamente si Jesús se rió alguna vez. 

Pero, ¿acaso es posible vivir cristianamente sin disfrutar y expresar la alegría? Juan el Bautista, desde el vientre de su madre Elizabet «saltó de alegría» (1.44). 

Para seguir pensando: 
«Según sea el concepto y la experiencia que cada cual tiene de Dios, así será su vida cristiana, concretamente en cuanto se refiere y afecta a la alegría que se disfruta o, por el contrario, a la tristeza que se soporta, por más que a esa tristeza le pongamos el piadoso nombre de “resignación cristiana”». José María Castillo (teólogo español) 

Harold Segura

lunes, 20 de diciembre de 2021

EL SEÑOR SE ACORDÓ

 Eran dos personas ancianas; ambas descendientes de la tribu de Aarón (de la casta sacerdotal) y, lo más importante, reconocidas por actuar con rectitud y por ser fieles observantes de los preceptos del Señor. Credenciales suficientes para creer que no experimentaban problemas, pero los tenían. También los justos viven la vida entre frustraciones y alegrías.


Ella, Elizabet, era estéril, tal como Sara, Rebeca, Raquel, la madre de Sansón, también la de Samuel y tantas otras que padecieron la discriminación social y lucharon contra la duda de pensar que Dios se había olvidado de ellas.

Siendo una persona de avanzada edad, le resultaría difícil esperar que se le cumpliera el sueño de su vida: tener un hijo. Hay edades para alimentar ciertas ilusiones, y otras para olvidarlas… comentan los realistas.
Pero, cuando ya no había nada que esperar, llegó el milagro. Zacarías fue sorprendido por la visita del ángel Gabriel, quien le anunció que su esposa tendría un hijo. ¡Para no creerlo! Tan sobrecogedora fue la sorpresa que el anciano sacerdote reaccionó como cualquier persona normal, con incredulidad y temor (1.18).

El nombre de él, Zacarías, significa el Señor se acordó. Se acordó para darles el regalo inesperado de Juan el Bautista, quien fue el predecesor de Jesús. Nunca es tarde para esperar lo que humanamente ya no es esperable. Mientras quede vida, siempre debe alimentarse la esperanza.

LUCAS 1.5–7 - NVI
«En tiempos de Herodes, rey de Judea, hubo un sacerdote llamado Zacarías, miembro del grupo de Abías. Su esposa Elisabet también era descendiente de Aarón. Ambos eran rectos e intachables delante de Dios; obedecían todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril; y los dos eran de edad avanzada».
PARA SEGUIR PENSANDO:
«La esperanza vieja es la más dura de perder». Elizabeth Barrett Browing (poetisa inglesa, 1806–1861)

Harold Segura
Foto de Gilbert Lennox

domingo, 19 de diciembre de 2021

NAVIDAD

"Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho." — Lucas 2.20


Durante el nacimiento de Jesús, en medio de la suciedad de un establo, se cumplió un milenio de promesas, profecías y esperanzas. Los pastores oyeron, vieron y todo fue como les habían dicho. Años después, Jesús nos diría de tantas maneras diferentes: «Yo soy la luz que ha venido al mundo» (Jn. 12.46), «…yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia» (Jn. 10.10), «Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad» (Juan 18.37). Entonces…

Cuando sentimos la suciedad de la vida en este mundo, podemos focalizarnos en la pureza de Cristo.

Cuando nos sentimos débiles, podemos reposar en el poder de Cristo.

Cuando estamos enfermos, podemos recordar que Él es el Gran Médico.

Cuando estamos confundidos, podemos recurrir a Sus palabras para orientarnos.

Cuando nos sentimos dañados, podemos recordar que Él dijo que no acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas arde.

Cuando sabemos que hemos pecado, podemos conocer Su perdón.

Cuando estamos descarriados, podemos recordar que Él se llamó a sí mismo «el camino».

Cuando hemos mentido, podemos recordar que Él se llamó a sí mismo «la verdad».

Cuando sentimos que nuestra energía y nuestro entusiasmo menguan, podemos recordar que Él mismo se llamó «la vida». Y así, podemos orar:

Gracias, Señor Jesucristo, por humillarte y asumir forma de ser humano. Gracias por empujar lejos la oscuridad de este mundo y de mi vida. Gracias por vivir entre nosotros de modo que podamos ver cuánta vida podemos tener. Permíteme vivir las siguientes 52 semanas a la luz de tu presencia y tu poder continuo en este mundo. Y luego poder celebrar nuevamente la Navidad, con alegría.

Mel Lawrenz - Alegría de Navidad

sábado, 18 de diciembre de 2021

NACIMIENTO

 "Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre. Cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él, y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas. Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho". (Lucas 2:16-20)


Dios eligió a los pastores como las primeras personas en escuchar las noticias sobre el nacimiento de Jesús. Ese es un pensamiento hermoso en sí mismo.

Pero lo que también es interesante es cómo responden los pastores a esta noticia. La fe no es pasiva sino activa. Dios actúa, luego reaccionamos. Y vale la pena imitar la reacción de los pastores.

Los pastores vieron.

Después de escuchar acerca de Jesús, van a investigar. Ellos comienzan a buscar. Esto es importante para nosotros también. El Nuevo Testamento y su mensaje sobre Jesús merecen nuestra consideración. ¿Se puede confiar en los relatos del Evangelio? ¿La resurrección realmente sucedió? ¿Está Jesús vivo y llamándome hoy? Estas son preguntas que vale la pena explorar. Necesitamos ver por nosotros mismos.

Los pastores cuentan.

Después de ver a Jesús, les cuentan a otros acerca de él. Se dan cuenta de que el nacimiento de Jesús es una buena noticia para todos y contaron lo que se les había dicho acerca de él.  Cuando vemos algo grandioso, naturalmente les decimos a los demás y solemos hacer esto. El evangelio no es diferente.

Los pastores adoran.

El texto dice que volvieron "glorificando y alabando a Dios". Esto puede tomar muchas formas. Debemos adorar con nuestras palabras, orando y agradeciendo a Dios continuamente. Deberíamos adorar con el canto. Debemos adorar con nuestras acciones, viviendo rectamente; buscando el amor y la justicia en el mundo.

Para conocer a Jesús, sería prudente aprender de los pastores.

Nate Edmondson

viernes, 17 de diciembre de 2021

PASTORES

 "En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor." Lucas 2:8-9


Los pastores fueron vistos injustamente como personas que eran menospreciadas por su trabajo poco atractivo y "sucio". Y estas son las personas a quienes Dios anunció el nacimiento del Rey. No se parecían a las élites respetadas ni a las muy influyentes. Los ángeles no aparecieron en el centro de Jerusalén. La gloria de Dios se mostró en aquellos sin gloria.

Y esto tiene dos implicaciones importantes para nosotros.

Primero, tenemos que renunciar a nuestra propia gloria. Renunciar a buscar formas de hacernos un nombre y de mostrar que estamos por encima de nuestros pares. Nos comparamos con la esperanza de encontrar algo que nos pueda distinguir ... algo que nos haga gloriosos.

El evangelio nos habla que el camino hacia arriba es el que va para abajo. Dios escogió a los pobres para ser ricos en fe y herederos del Reino. Renunciemos a nuestra propia gloria para que podamos ver la gloria de Dios. Si queremos ver al Rey, debemos convertirnos en esos pastores que no estaban en el centro del poder.

Segundo, tenemos que amar a los que no tienen gloria.

El mundo dará prioridad a aquellos con poder y privilegios.  El evangelio dice: no hay personas ni lugares pequeños. En Cristo, todos son hijos de Dios por la fe.

Esto significa que en las iglesias no debemos favorecer a quienes pueden dar más. No debemos priorizar a las personas en función de su trabajo o educación. No debemos mostrar favoritismo. Somos llamados para amar a todos. Creemos en las personas. ¿Y por qué debemos hacer estas dos cosas?

Porque Jesús hizo estas dos cosas por nosotros.

Nate Edmondson

jueves, 16 de diciembre de 2021

ESTRELLA

 "Después de oír al rey, siguieron su camino, y sucedió que la estrella que habían visto levantarse iba delante de ellos hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de alegría." — Mateo 2.9-10


La estrella de Belén, una señal en el cielo percibida por los sabios, puede que haya sido un acontecimiento milagroso que acompañó la entrada sobrenatural del Salvador en el mundo. O puede que haya sido un fenómeno astronómico natural que Dios usó como señal. De cualquier modo, los cielos hablaban de una forma singular sobre un hecho particular que transformaría el mundo. ¿Tendría que ser algo que nos sorprendiera?

Pero notemos que solo los observadores reconocieron la señal y en este caso eran extranjeros. Dios llevó forasteros a Belén con una palabra que había colocado en el cielo. No tengas dudas de que Él le está hablando al «extranjero» y que aquellos que lo buscan, lo encontrarán. La Navidad es tanto para los creyentes como para quienes aún no han venido a la fe. En aquellos días fue una señal celestial que atrajo la atención de forasteros. Hoy en día hay muchas señales de que Jesús ha realizado algo singular en el mundo, hechos que se levantan y señalan hacia Su carácter santo.

Oración para este día:
Señor, gracias por poner indicativos claros en este mundo y en nuestra vida de modo que podamos saber que eres real y conocer cuál es tu propósito. Que esta Navidad sea una nueva señal para mí.

Mel Lawrenz - Alegría de Navidad –

miércoles, 15 de diciembre de 2021

BELÉN

 Belén era como cualquier otro pueblo en las colinas de Judea. Y aun así fue el lugar de nacimiento del rey más grande de Israel, David. Y mil años después, del Mesías. ¿Cómo llegó tal honor a lo común y corriente? ¿La gente de este pueblo era particularmente digna? ¿Había alguna ventaja estratégica en su ubicación geográfica? ¿Los habitantes de Belén eran políticamente expertos, con una larga tradición de haber generado grandes líderes? Para nada. La pequeña aldea de Belén se asentaba a la sombra de la gran Jerusalén, situada solo a diez kilómetros al norte. Aun el significado de Belén, «casa del pan», no es nada especial.


Pero cientos de años antes del nacimiento de Jesús, el profeta Miqueas predijo el destino de ese lugar pequeño y nada especial: «Pero de ti, Belén Efrata, pequeña entre los clanes de Judá, saldrá el que gobernará a Israel; sus orígenes se remontan hasta la antigüedad, hasta tiempos inmemoriales» (Miq. 5.2). Los aldeanos de Belén estaban ciertamente orgullosos de que los llamaran el «Pueblo de David» y ser el hogar de la famosa abuela del rey David, Rut. Estaban orgullosos también de que su tierra fuera donde yacía la tumba de Raquel, la amada esposa de Jacob. Pero seguramente se preguntaban qué significaba la profecía de Miqueas en realidad. ¿Cuándo vendría otro profeta como Samuel y ungiría a un nuevo rey, así como había efectuado con el muchacho David?

Sin embargo, no ocurrió de esta forma. En un día común y corriente, mientras los hombres ejercían sus oficios, las mujeres cocían el pan y los niños jugaban en las calles, una pareja de viajeros de Nazaret arribó en busca de un cuarto. No recibieron ningún trato especial. Nadie les ofreció un cuarto. La gente común y corriente mostraba una respuesta común ante una pareja de apariencia común.

El honor viene de lo común y corriente por decisión de Dios, sea que Él escoja usar una aldea, una nación o incluso simplemente un hombre, una mujer, un muchacho o una muchacha. Así que, si este día pareciera ser algo común y corriente para ti, prepárate. Es el escenario donde se realizan las obras de Dios.

Mel Lawrenz - Alegría de Navidad

martes, 14 de diciembre de 2021

REINO

 "Él será grande y será llamado el Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su padre David, y él reinará sobre la casa de Jacob para siempre; Su reino nunca terminará". - Lucas 1: 32-33


La Navidad representa un comienzo que solo tiene sentido si comprendemos el final. El comienzo es un niño, un nacimiento humilde en un establo terrenal. Pero el final ... El final es una explosión de gloria divina lo suficientemente brillante como para que la vea todo el mundo, como el nacimiento de una nueva estrella. El fin es un reino. Jesús vino a establecer el reino de Dios, a abrir los ojos de la gente al poder de Dios, a convertirlo en la realidad central de sus vidas. "Su reino nunca terminará". Contrasta esto con el rey Herodes, quien buscó proteger su reino tratando de eliminar a cualquier rival potencial para su trono. Lo que Herodes no entendió fue que al matar a todos los bebés varones en Belén, no estaba protegiendo su reino, sino mostrando su debilidad y temor.

El reino de Cristo es diferente; no acabará nunca. No hay rival para su autoridad, aunque los incrédulos siempre abundarán. No hay nadie sentado a la diestra de Dios, excepto Cristo. Ninguna otra autoridad estuvo presente cuando se creó la tierra, y ninguna otra estará allí cuando llegue el juicio final.

La Navidad es una celebración de la venida de un reino. Poderoso. Que cambia la vida. Nunca pienses que la Navidad es una manera de envolver a Dios en un paquete, hacer una reverencia y mantener todo bajo control.

La primera navidad fue la llegada de un rey. Los sabios del este lo sabían, así que vinieron a presentar regalos. El rey Herodes lo sabía, y por eso ordenó que mataran a todos los niños en Belén. Es la batalla de Belén, el comienzo de una guerra en la que el Rey de Reyes tiene la intención de recuperar el territorio que le perteneció todo el tiempo, y de llevar a personas como nosotros a un nuevo reino benévolo.

Oración para hoy: Querido Dios, ayúdame a vivir estos días sabiendo que estás reinando en este mundo quebrantado. Tu eres el Rey. Venga tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.

Mel Lawrenz - Alegría de Navidad –

lunes, 13 de diciembre de 2021

CONSEJERO

"Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz." — Isaías 9.6


Cientos de años antes, otros nombres se habían anunciado para «El Ungido». Entre ellos, Isaías habló de uno que sería llamado Consejero Admirable. ¿Qué significaba ser «consejero» en tiempos bíblicos? Era uno de los roles que asumía un rey u otro oficial de alto rango, y su tarea era ser sabio y juicioso frente a la mayoría de las preguntas difíciles, las negociaciones más complejas y los problemas más insolubles. El consejo del rey era supremo, pero no era infalible. Todos sabemos que hay consejo bueno y consejo carente de valor.

Aquel nacido de una virgen sería llamado Consejero Admirable. Esto es algo diferente. La palabra hebrea para admirable significa algo fuera de lo común, claramente distinto, más allá de la explicación humana. Jesús nos da una visión clara para que nuestra vida siga el buen consejo. Nos instruyó con palabras de sabiduría. Nos dio ejemplo de cómo es llevar una vida consagrada al Padre. ¿Cuán a menudo seguimos su consejo? ¿Cómo podríamos vivir más conscientemente a la luz del ejemplo que nos dejó?

Oración para este día:
Señor, necesito tu consejo en cada aspecto de mi vida. Al pensar sobre mi familia, amigos, trabajo y decisiones, sé que necesito ser sabio. Por eso, ayúdame a escucharte en esta Navidad como el Único que es Consejero Admirable.

Mel Lawrenz - Alegría de Navidad

domingo, 12 de diciembre de 2021

PADRE ETERNO

 “— …y se llamará su nombre… Padre eterno…. ¡— Isaías 9.6 ¡Qué conjunto destacable de nombres en Isaías 9:6! Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.


Isaías también habló de un gobernante a quien su pueblo miraría en términos mucho más personales: «Padre». Su reinado sería «eterno». Duradero, imparable, sin nadie que pudiera desafiarlo, teniendo las cualidades del Cielo. Un regente eterno tendría que ser un rey divino.

Quien reina como padre es una clase diferente de rey. Un rey (o, para el caso, un primer ministro, un presidente, etc.) no tiene que tratar a la gente como si fuera su padre. Puede ejercer el poder sencillamente porque lo tiene. Pero un gobernante que se preocupa por aquellos en su reino, que quiere realmente proteger y proveer para todos un tipo de amor familiar es tanto un padre como un rey.

Cientos de años antes de Su nacimiento, Jesús fue llamado «Padre eterno» porque Su reinado consistiría en proteger y proveer; un rey, sí, pero uno paternal. Y no deberíamos olvidar que la relación de Jesús con Dios el Padre fue tan estrecha que Jesús podía decir: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn. 14.9). Nada puede compararse a la realidad que Jesucristo se ha vuelto (para el mundo) el Protector poderoso y el Proveedor perfecto, un Rey cuya autoridad es tan justa y buena que nunca terminará.

Nacido como niño, destinado a dar cuidado paternal, por siempre y siempre jamás. En esto, los hijos de Dios ponemos nuestra fe y esperanza.

Oración para este día:
Señor, ayúdame a reconocer y sujetarme por completo a tu autoridad como Rey en mi vida, y luego permite que conozca tu protección y provisión que van más allá de lo que cualquier padre terrenal podría ofrecer.

Mel Lawrenz - Alegría de Navidad -

sábado, 11 de diciembre de 2021

GOBIERNO

"Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros... Se extenderán su soberanía y su paz, y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre." — Isaías 9:6-7


Dios sabe que necesitamos gobierno. Esa es la razón por la que Él mismo se denomina Rey, Pastor, Maestro, Señor y Padre. Y cuando Jesús nació en Belén, el mundo ganó a su gobernante más grande. ¿Alguna vez pensaste en un gobernante en particular y te preguntaste cómo puede sobrellevar el peso de la responsabilidad? Sin embargo, el gobierno real, la autoridad para modelar la vida, en última instancia yace solo en los hombros de Cristo: «La soberanía reposará sobre sus hombros».

Hay un tiempo futuro en el que Jesús reinará como gobernante indiscutido. Desde aquella noche en Belén, el mundo ha cambiado. No es que la maldad haya desaparecido, pero su contraparte (el poder de Cristo) ha resultado triunfante en una vida tras otra. Lo vemos en la persona que tiene victoria sobre una adicción, en alguien que se levanta por la justicia, en las relaciones reconciliadas, en la gente cuyo carácter se modela por el carácter de Cristo.

En esta Navidad podemos agradecerle a Dios que no nos dejó solos en nuestro estado caótico. Un pastor–rey se levantó en la línea sucesoria davídica no para ser como los demás reyes sino para gobernar nuestra vida, al cambiar nuestros corazones, vivificar nuestras conciencias y cambiar nuestro mundo (Salmo 2). Él es el Rey y todo pueblo le adorara.

Oración para este día:
Señor, confieso que hay mucho en mí que no quiere ser gobernado. Ayúdame a tener alegría en el hecho de que tu gobierno nunca terminará y, debido a eso, la paz se incrementará.

Alegría de Navidad - Mel Lawrenz 

Foto de Gilbert Lennox Photography