La palabra que nos alcanza
El día que Jesús resucitó se encontró con dos de sus seguidores en el camino a Emaús, Lc 24:13-35. Salían de Jerusalén que se había transformado en un lugar peligroso. Estos creyentes estaban abatidos y preocupados. Sus sueños destruidos. Parecía no tener explicación lo ocurrido con Jesús de Nazaret.
Jesús les dio significado a las cosas, les presentó un gran panorama y sus vidas tuvieron sentido. La escritura dice: “Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras”, Lc 24:27.
Jesús habló con ellos y la oscuridad se hizo luz. La invitación fue simplemente a leer y a entender. Acercarnos a la palabra de Dios como realidad viva y confiarnos a la guía del Espíritu.
“Entonces se le abrieron los ojos y lo reconocieron…”. “Se decían el uno al otro: ― ¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?, Lc 24:32. La palabra que nos alcanza, es siempre el fenómeno de estar en el camino.
Ellos regresaron a Jerusalén lugar de peligro y hostilidad. Se preparaba la expansión global de su gloria. Esta sería lanzada con los discípulos desde un lugar peligroso: Jerusalén. Nada pudo detener la obediencia y el gozo de entender la gran visión del Señor.
“Para dejar de caminar con pasos torpes, es necesaria una chispa, una sacudida que cambie el ritmo de los latidos del corazón”