Dejarse guiar
Los milagros son posibles cuando dejamos que Dios nos toque. El primer paso es dejarnos tomar de la mano. La luz viene cuando Jesús interviene y no de otras luces ilusorias. “Jesucristo nos enseñó que Dios es luz, y que donde Dios está no hay oscuridad”, 1 Jn 1:5. Es importante salir fuera, fuera de nuestro propio encierro, de nuestros viejos paradigmas, de nuestra reglamentación y legalismo, de nuestra falta de amor y misericordia para encontramos con la luz. Necesitamos que Dios ilumine las áreas oscuras de nuestra existencia y confrontarnos con esa realidad. La máscara, camuflaje y fachada no pueden resistir esta intervención. Todo sale a la luz, toda la apariencia exterior está destinada a darse por vencida y no resiste. Es la oportunidad para volver a Dios cuando hemos estado muy lejos de él. Dios es luz, la única luz y la que nos puede guiar cuando todo es oscuridad. Es la luz que nos puede sanar y salvar. Es como ir a un quirófano y es el quirófano de Dios. Solo él sabe cortar en el lugar justo y separar la parte enferma de la sana, hacer la sutura correcta y comenzar nuestra recuperación hacia la vida plena. La fe comienza con la luz y es el comienzo para salir de la oscuridad colocando nuestra mano en la mano de Jesús. “Él es la luz verdadera, que brilla cada vez más fuerte, y que hace que la oscuridad vaya disminuyendo. Si alguno dice que vive en la luz, pero odia a otro miembro de la iglesia, en realidad vive en una gran oscuridad. El que ama a los demás, vive bajo la brillante luz de Dios y no causa ningún problema a los de su iglesia. Pero el que odia a otro cristiano, vive en la oscuridad y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo ha dejado ciego”, 1 Jn 2:8-11
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox
No hay comentarios:
Publicar un comentario