martes, 28 de febrero de 2023

Un pueblo de Niños

 Dejarnos hacer

“Hubo quienes llevaron a sus niños para que Jesús los tocara y los bendijera. Pero los discípulos las regañaron. Al ver Jesús lo que estaban haciendo sus discípulos, se enojó con ellos y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí. No se lo impidan, porque el reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que quien no confía en Dios como lo hace un niño, no puede ser parte del reino de Dios» Jesús tomó en sus brazos a los niños y, poniendo sus manos sobre ellos, los bendijo”, Mc 10:13-16
Jesús ama a los niños y tiene motivo para esto. Le encanta que su pueblo sea un pueblo de “niños” y le gusta rodearse de ellos. Los niños no han aprendido a traicionar y se puede contar con ellos. Jesús nos desafía a ser como ellos y confiar. Es dejarnos hacer, porque el niño se deja hacer. Cuando nos volvemos grandes muchas veces nos transformamos en personas duras y tampoco estamos dispuestos a asumir riesgos y nuevas aventuras. Tratamos de refugiarnos en la seguridad y la prudencia. Para el niño todo es nuevo, es alegría, entusiasmo, creatividad, inquietud, descubrimiento y sorpresa. El mundo de los adultos se ha vuelto bastante oscuro, monótono, está perdiendo la vivacidad, ya no ríe y aprende tanto. Trata de tener planes detallados, pierde la espontaneidad, la novedad y cae en la rutina. Su refugio podría ser una coraza impenetrable cuyo nombre la llaman experiencia o tradición. Dios quiere llegar a nosotros y nuestro desafío es no poner obstáculos. Tenemos que “dejarle hacer”. Es derribar, demoler, arrancar, destruir para recién entonces volver a construir y plantar una nueva forma de ser, Jer 1:9-10. Es quitar las estructuras mentales y volvernos a encontrar con lo sencillo, lo simple y lo “humano”. Los apóstoles discutían de protocolos y se preocupaban de los primeros puestos. Cristo, colocando a un niño en medio de la escena, declara como entrar en el Reino de Dios “y poniendo sus manos sobre ellos, los bendijo”. Quizás debamos volver al inicio y nacer de nuevo, nacer de lo alto. “Ámense siempre los unos a los otros, como hermanos en Cristo”, Heb 13:1
Carlos Scott
Foto de Gilbert Lennox

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