SALVAR LA VIDA PERDIÉNDOLA.
Las enseñanzas de Jesús promueven y favorecen la paz integral (Shalom) y la justicia para todos los seres humanos (sin que nadie “se quede atrás”). Sus seguidores debían enalbardar esas mismas causas, las que en el Sermón de la Montaña se habían trazado con claridad (Mateo 5-7).
Las enseñanzas de Jesús promueven y favorecen la paz integral (Shalom) y la justicia para todos los seres humanos (sin que nadie “se quede atrás”). Sus seguidores debían enalbardar esas mismas causas, las que en el Sermón de la Montaña se habían trazado con claridad (Mateo 5-7).
Pero construir la paz y vivir como Jesus vivió implica asumir la realidad del conflicto. Una y otra vez Jesus recalcó esa verdad. Enseñó que el anuncio del Evangelio es más que la enunciación de un discurso oral. Es la encarnación de unos valores de vida. Y esto puede acarrear la furia de los enemigos de la paz, la ternura, la justicia, el amor y la misericordia.
Cuando se escribió el Evangelio de Mateo (década 80-90) las comunidades de fe ya sufrían el hostigamiento de los perseguidores. La comunidad de Mateo escribe con el agravante de su propia experiencia. Por proclamar la paz, habían atraido la guerra (la reacción de los intolerantes). Por predicar el perdón habían sido acusados de blasfemos. Por buscar la justicia habían sido condenados como rebeldes y enemigos del orden.
El camino del Evangelio se transita, en muchos casos, por senderos adversos, pero no amargos. Esta adversidad se asume con dignidad porque, como lo enseñó Jesús: “El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que, por causa de mí, la pierda, ese la salvará”. Salva su vida (la realiza y le da sentido) y así, salva la de los demás, haciéndola mas plena y digna.
“No crean que he venido a traer la paz al mundo. ¡No he venido a traer paz, sino guerra! Porque he venido a poner al hijo en contra de su padre, a la hija en contra de su madre y a la nuera en contra de su suegra; de manera que los enemigos de cada uno serán sus propios familiares. El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que quiera a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. Y el que no esté dispuesto a tomar su cruz para seguirme, tampoco es digno de mí. El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que, por causa de mí, la pierda, ese la salvará.” MATEO 10:34-39 Biblia La Palabra.
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Foto de Gilbert Lennox
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