Extraviado
A veces hay mucho juicio, condena y prejuicio entre la gente que está muy preocupada por evitar el “pecado”. Cuando nos dejamos llevar por cierto fanatismo de normas, reglas, descalificando y actuando con justicia propia, nos volvemos menos libres, perdemos la alegría y la gracia. Esto fue lo que le paso al hijo mayor en la parábola del padre amante, pero también es algo que nos puede pasar a nosotros.
Aparentemente es alguien que no falla o no se equivoca demasiado. Podemos estar perdidos cuando nuestra vida esta caracterizada por el juicio y la condena, la amargura y la falta de alegría. Significa volvernos legalistas, sin misericordia y amor. Lo cierto es que hay mucho resentimiento entre los “justos”, los “rectos”. Nos volvemos personas “duras”. Es en este momento donde necesitamos experimentar la gracia de Dios y encontrarnos con su amor, perdón y aceptación. Jesús es el camino de Dios para hacer que lo imposible sea posible, para dejar que la luz conquiste la oscuridad.
»Mientras tanto, el hijo mayor estaba trabajando en el campo. Cuando regresó, se acercó a la casa y oyó la música y el baile. Llamó a uno de los sirvientes y le preguntó: “¿Qué pasa?” »El sirviente le dijo: “Es que tu hermano ha vuelto sano y salvo, y tu papá mandó matar el ternero más gordo para hacer una fiesta.” »Entonces el hermano mayor se enojó mucho y no quiso entrar. Su padre tuvo que salir a rogarle que entrara. Pero él, muy enojado, le dijo: “He trabajado para ti desde hace muchos años, y nunca te he desobedecido; pero a mí jamás me has dado siquiera un cabrito para que haga una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que vuelve ese hijo tuyo, después de malgastar todo tu dinero con prostitutas, matas para él el ternero más gordo!”»El padre le contestó: “¡Pero hijo! Tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. ¡Cómo no íbamos a hacer una fiesta y alegrarnos por el regreso de tu hermano! Es como si hubiera muerto, pero ha vuelto a vivir; como si se hubiera perdido, pero lo hemos encontrado.”» Lucas 15:25-31