*Cuando hablamos de la iglesia local estamos hablando de una comunidad de paz. Una comunidad sana es una comunidad que busca la paz y vive en paz. Es una comunidad que no hace tropezar a otros; mantiene la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Es una comunidad reconciliadora. *Jesús dice: “Que no falte la sal entre ustedes, para que puedan vivir en paz unos con otros” Mr 9:50b. Nos habla que este presente el buen sabor en nuestro trato mutuo y que vivamos en paz en medio de la comunidad. La discordia muchas veces comienza cuando se discute quién es el más importante o quien es el primero, Mr. 9:33-37, 10:42-45. *El Señor nos advierte en no transformarnos en un escándalo o tropiezo para otros. No hacer pecar a los que son más pequeños. “Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mi, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar. Si tu mano te hace pecar, córtatela…” Mr. 9:42-50. Nos habla de los "pequeños" como el que hecha demonios que no forma parte de los doce, Mr. 9:38-41; o bien la figura del niño que es el modelo de las personas indefensas, vulnerables, siervos sencillos y humildes, Mr.10:13-16. No excluirlos y marginarlos. *Se nos desafía a cortar de raíz este mal. Se requiere una acción drástica que tiene que ver con cortar, dejar y abandonar el pecado. Se orienta la vida de la comunidad hacia la apertura. No acepta el mal. La responsabilidad y autoridad que se nos ha dado es principalmente para servir, amar y recibir a otros. Jesús nos dice: “El que es más insignificante entre todos ustedes, ese es el más importante”, Lc 9:48. “Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos” Mr. 10:16. *Jesús toma en sus brazos a los niños. El Señor toma en sus brazos a los que todavía no tienen mucha comprensión de las cosas. El relato bíblico mantiene la prioridad de la solidaridad y no del exclusivismo, Mr 9:33-50. Lo bueno de afuera debe ser afirmado y lo malo de adentro extirparlo. El mensaje del infierno está dirigido a los de adentro en este contexto. Seguir a Jesús hace que la sal mantenga su sabor y eficacia.
-Cuando hablamos de comunidad o iglesia local estamos hablando de la sencillez, humildad y pequeñez. Una comunidad sana no compite por ver quien es el más importante o el primero. Es una comunidad que sirve y piensa en el otro. Jesús nos pregunta: “¿Qué venían discutiendo por el camino?" En el camino discutian quien es el más importante, Mr. 9:33-34. *¿Cuál fue la respuesta de Jesús? "Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos” Mr.9:35-36. Acto seguido: Tomó a un niño y lo puso en medio de ellos. Lo abrazó. La enseñanza de Jesús está centrada en dos movimientos: sentarse y abrazar. Jesús se sienta y enseña. Jesús toma a un niño y lo abraza. No descarta a sus discípulos. En estos dos movimientos Jesús muestra la paciencia que tiene con nosotros y nos recuerda como debe ser nuestra actitud de servicio: no hacer nada por egoísmo o vanidad, ser humildes considerando a los demás, velar no solo por mis propios intereses sino también por los intereses de los otros, servirles, amar, abrazarlos, recibirlos y brindar oportunidades. *El Señor está presentando un modelo que tiene que ver con la sencillez, humildad y pequeñez. “El que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos”, Mt 18:3-4. Jesús resalta el modelo del reino y su ideología: Ser sencillos, humildes y servidor de todos. Jesús, corrige los valores y la conducta contraria al reino. *Seguramente las comunidades eclesiales de esa época podían tener los mismos problemas que tenemos hoy. ¿Cómo manejar “el poder” en nuestras relaciones eclesiales sociales? Marcos da el antídoto y la respuesta al problema, Mr. 10:15-16. Volvernos pequeños, humildes y sencillos.
Ser comunidad es convertirnos en un lugar de reconciliación, amistad y celebración. Es hacer fiesta por todos aquellos que vuelven a casa. Es enfatizar la autoridad de la compasión y la paternidad de la misericordia. "Sed misericordiosos como vuestro Padre que está en los cielos es misericordioso. Sean compasivos como vuestro Padre es compasivo. Sed perfectos como vuestro padre es perfecto. Perdonen como yo los sigo perdonando a ustedes." Ser comunidad implica que la unidad no es una opción superflua. Es, en Cristo, ya un hecho, algo dado. Al mismo tiempo es un mandamiento: «¡Sean uno!» Estamos llamados a ser uno como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno y nunca debemos cansarnos de esforzarnos hasta el día cuando los cristianos en todo lugar puedan juntarse para compartir el solo Pan y la sola Copa Ser comunidad es buscar el SÍ de Dios. El sí, a la verdad, entrega, generosidad e integridad. Es el Sí, de la alegría, paciencia y amabilidad. Es bondad y fidelidad. Es el Sí, de la mansedumbre, las buenas palabras, animando a otros. Es la fe, la humildad y el dominio propio. El Sí de Dios, es el mensaje del evangelio que transforma toda la existencia humana. Ser comunidad es encarnar el Sí de la justicia y la paz en la visión totalizadora del Reino de Dios. Es el envió a semejanza de Jesucristo. “Como el Padre me envió a mí, así yo los envió a ustedes”, Jn 20:21.
Una comunidad o iglesia local por lo general necesita dos cosas: una visión, pero también escuchar al Espíritu Santo. No podemos tener lo uno sin lo otro. Son necesarios los valores, una ética en común y un pensamiento claro en cuanto al ejercicio del poder y autoridad. La comunidad o iglesia local no es el proyecto de una persona o alguien en particular. Es el proyecto de Dios. Nos unimos a la Misión de Dios. La iglesia es un instrumento. Se necesita el discernimiento comunitario de acuerdo a lo que el Espíritu y la Palabra indican. Es necesario que no haya pasión, ni voluntad de convencer a los demás y hacer prevalecer las propias ideas. Se trata de escuchar a Dios y escucharnos unos a otros. No podremos tener lo primero sino estamos dispuestos a tener lo segundo. El trabajo en equipo es clave para discernir espiritualmente y rendirnos cuentas los unos a los otros. En la formación de nuevas comunidades o iglesias locales se necesita pertenecer y ser respaldado por una comunidad existente. Necesitamos del acompañamiento, cuidado pastoral, ser enviados, confirmados. Necesitamos oración y sostén económico. Una comunidad que se extiende y planta nuevas iglesias es señal, testimonio y fuente de esperanza para todos. Debemos animar y acompañar a las personas que son llamadas a ir mas lejos, reconocer sus dones, apoyarles y dar oportunidades. Todo es proceso y es en el proceso donde todos seguimos aprendiendo. Vale intentarlo, arriesgarnos, probar y no matar los sueños. Necesitamos gracia, sensibilidad y salir afuera de la caja o de nuestro mundo muy pequeño. Todo esto genera tensiones y somos probados para ver si continuamos con la visión al fiel llamado de Dios. En la iglesia siempre se da una tensión entre los antiguos y los modernos. Unos tienen miedo a lo nuevo, lo ven como amenaza, peligro, error, lo condenan y lo pueden destruir. Lo nuevo incomoda. Alguien o algunos pueden ser crucificados por estas tensiones. Por otro lado los modernos pueden irritarse con todo lo viejo, rechazarlo como si fuera falso, corrompido, malo y conservador. Este es el momento clave donde necesitamos tener paciencia, abrirnos al Espíritu Santo y que haga su obra en todos.
"Que vean mi gloria, la gloria que me has dado…” Jn 17.20-24. ¿Qué gloria le dio el Padre a Jesucristo? ¿Qué tipo de gloria quiere que veamos y contemplemos? Cuando Jesús anduvo por los caminos polvorientos de Palestina parece que no caminaba en el aire o se transportaba en un vehículo último modelo con un coro de Ángeles. Tampoco tenia la capa de superman. Fue todo lo contrario: se ensució tanto que parece que otros no vieron nada excepcional en él. Jesús hizo milagros, pero muchos que lo observaban no vieron nada, Jn 6.30. Cuando el Verbo se hizo carne, al mundo no le costó nada ver en Jesús a un hombre, a un ser humano. Los religiosos y otros, no lograron ver algo más; a nosotros también nos puede pasar. Para ver a Jesús hacen falta los ojos de la Fe. ¿En qué consiste la verdadera gloria? Juan quiere enseñarnos otro concepto de gloria totalmente distinto. En nuestro medio por lo general se suele buscar el beneficio propio o algo para sí mismo, Jn 5.44; 7.18. En el evangelio, el momento máximo y supremo de gloria es cuando Jesucristo entrega su vida en la cruz. Mientras muchos se rinden gloria mutuamente, Jesús se sacrifica en busca del bien de los demás. “Porque ni aún el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”, Mr 10.45. La gloria que Dios le otorga a Jesucristo tiene una relación directa con la encarnación. Dios se hizo hombre en la persona de Jesucristo y Juan nos dice que hemos contemplado su gloria. Es una manifestación de servicio y entrega. Jesús se identificó con los temas y problemas de la gente. Su modelo implica sacrificarse por los demás y buscar su bienestar. La encarnación es el modelo para la misión de la Iglesia, Jn 20.21. Somos desafiados a buscar una gloria diferente. Es la gloria de aprender a lavarnos los pies unos con otros, Jn 13.12-17. Es la gloria del amor. “Que se amen los unos a los otros" Es la gloria de servir a todos, ser pequeños, humildes, perdonar y recibir a otros.
Jesús ora por todos los creyentes: “No ruego solo por estos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno…”, Jn 17:20-22 El texto de Juan 17 presenta el modelo de la unidad sobre la base del amor trinitario. El Señor ruega al Padre “que sean uno, así como nosotros somos uno”, Jn 17:22 y abre una nueva perspectiva a nuestra mente, donde sugiere que seamos semejantes a la unión entre las Personas divinas de la trinidad. Sugiere la unidad en la verdad y el amor. Se nos llama a ser una comunidad trinitaria que es abierta e invita. Nos desafía a cerrar las grietas en la iglesia y en la sociedad. La oración de Jesús fue oída por el Padre, así que, en Cristo y en la perspectiva de Dios, ya somos uno. El cuerpo de Cristo desde su perspectiva es indivisible. “Nuestro pasado puede ser denominacional, pero nuestro futuro es ecuménico. Nuestro gran desafío es como convivir en la diversidad”. La comunidad de la iglesia debe ser como una danza circular de vida y amor. Debemos dejar la división, pero no la diferencia; dejar la uniformidad, pero no la diversidad; dejar el individualismo, pero no la distinción y personalidad. La comunidad implica danzar alrededor, danzar en torno e intercambiar lugares. Es cuando estamos compenetrados con el otro respetando su personalidad. Hacer espacio para otros, vaciarnos de nosotros mismos y ser humildes. Respetar, dar dignidad y tener una relación cara a cara.
La comunidad del Reino de Dios en su expresión como iglesia local es señal y signo del Reino de Dios cuando sus miembros viven en comunión unos con otros y están unidos en la Misión de Dios. Dios no es un ser solitario. Dios es una familia compuesta por tres Personas, tres Personas en comunión que se dan totalmente unas a otras. Dios desea ardientemente que las comunidades sean una señal y signos de esta comunión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Que sean uno, como el Padre y yo somos uno, Jn 17:22. La unidad ha sido lograda por medio de Jesucristo. La Trinidad no es un símbolo estático y expresa una estrecha compenetración de las tres Personas. El encuentro e intercambio entre Padre, Hijo y Espíritu Santo expresa una fuente continua de amor y unidad. Para describir la trinidad algunos usan la palabra perijóresis o perichóresis. Se trata de un término griego que está construido por dos palabras: una es peri (alrededor) y la otra choreo (danzar). Es bailar juntos danzando en círculo o alrededor. Significa “intercambiar lugares”, “danzar en torno”. Una danza de vida y amor. Cada persona de la trinidad provee espacio para las otros dos. Esta fabricación de espacio está asociada con el vaciamiento de uno mismo, Fil 2:6. Hay comunión y comunicación total, donde cada persona existe solamente en la medida que camina y avanza hacia la otra, ocupando su lugar y habitando en ella. La trinidad es una danza divina de tres personas que se aman unas a las otras y se reciben plenamente, en donde cada una de ellas se vuelve “una” con las otras. La permanencia y la morada de una de las tres Personas en la otra significa que son inseparables, que no han de separarse. Hay una compenetración. Cada persona está en el otro y viceversa, sin mezcla, fusión o confusión. Se mantiene la personalidad, sin caer en el individualismo. Hay unidad con distinción, distinción sin mezcla, y unidad sin separación. Tenemos como Iglesia local y global un desafío: trabajar en unidad, comunión y solidaridad. Tenemos una fe trinitaria, una fe relacional, que se proyecta al mundo, Jn 17:18. Como comunidad trinitaria somos desafiados a vivir compenetrados unos con otros
La comunidad del Reino de Dios, Pueblo de Dios, la Iglesia, no es la creación de una voluntad humana sino una respuesta cristiana a la realidad de nuestra unión con Jesucristo. Todos fuimos colocados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu, 1 Co 12:13. El Señor nos coloco en su cuerpo. Un solo cuerpo. La iglesia es el cuerpo de Cristo y El es su cabeza. No estamos en una comunidad local o iglesia local porque tengamos un proyecto común, sino porque juntos hemos sido llamados por Dios. Dios se complace en hacer vivir juntas a personas muy distintas. Humanamente parece un desafío imposible, pero esto da certeza que ha sido Dios quien nos ha elegido para vivir en la iglesia universal y su expresión concreta en la comunidad o iglesia local. Por la acción del Espíritu Santo lo imposible se convierte en posible: "En esto conocerán todos que son mis discípulos; si se aman los unos a los otros", Jn 13:35 Jesús llamo a los primeros discípulos y formo la primera comunidad con personas muy diferentes unos de otros. Jesús los llamo y aquí esta el milagro. Es su iniciativa porque es el Dios de la Misión en la acción de su palabra y el espíritu. Se trata de amar a quien Dios puso a nuestro lado. Es lo que Dios ha elegido y es donde somos desafiados a vivir en unidad No es necesario perder el tiempo buscando una comunidad perfecta. No existe la comunidad ideal. Aprender a amar supone toda una vida, pues es necesario que el Espíritu penetre en todos los rincones y recovecos de nuestro ser, en todas esa partes donde hay temores, miedos, conflictos. Jesús nos envío el Espíritu Santo y es la fuerza necesaria para recibir al otro, Fil 2:1-10.
*La comunidad del Reino de Dios, la iglesia, debe ser un lugar de amor mutuo. Si la comunidad es pertenencia y apertura, también es amor hacia cada persona. Decir comunidad es hablar del amor a cada uno, estar unidos, comprometidos unos con otros y vivir la misión. En comunidad se debe amar a cada persona y no a la comunidad en sentido abstracto, es decir una institución. Lo que cuenta son las personas de tal manera que crezcan según el plan de Dios y sean fuentes de vida. Esta comunidad es el pueblo de Dios donde están unidos unos a otros. Forman una gran familia, un pueblo, un rebaño. Es llamado a ser signo y testimonio, a llevar a cabo una misión en particular La comunidad esta orientada hacia hacia las personas y su crecimiento. Podemos ser infieles al amor si nos alejamos y nos volvemos egoístas. No hay nada mas fuerte que un corazón que ama y se entrega gratuitamente a Dios y a los demás. El amor es mas fuerte que el temor. La comunidad es siempre una llamada a superarse. La pertenencia es para superarse a uno mismo. Es alcanzar madurez, superación, crecimiento, mirando y agradando a Jesús. La comunidad de la iglesia no es un fin en sí mismo. Su finalidad son las personas en cualquier lugar, todos los pueblos, el amor, la comunión con Dios, glorificar a Dios. Hablar de la comunidad o el pueblo de Dios como iglesia es hablar de comunión donde existe el amor mutuo, nos volvemos vulnerables, se caen las mascaras, las apariencias. Crecemos como comunidad cuando no tratamos de ocultarnos. Se vive una experiencia de comunión
Pertenecer a la comunidad del Reino de Dios, la iglesia; es comprometernos a una vida en común, Hch 2:41-47. *La comunidad es un lugar de pertenencia, un lugar donde uno encuentra su identidad como pueblo de Dios. Todo ser humano tiene un deseo de comunión y pertenencia. El amor es lo que mas deseamos. La palabra de Dios ilumina nuestras vidas cuando nos dice: "a Pueblo ajeno" lo llamaré: "Pueblo mío"; y el me dirá: "Mi Dios", Os 2:23. Dios nos llama a "nacer de nuevo", Jn 3:7-8 y formar parte de su pueblo, nos da sentido de pertenencia, hay seguridad. Es Dios mismo por medio de su Espíritu que nos da el lugar donde pertenecer. Nos coloca, sella y graba en su cuerpo que es la iglesia, la comunidad del Reino de Dios. *La comunidad es también un lugar de apertura. Nos ha llamado a vivir en relación unos con otros, en una alianza de amor y cuidado mutuo. Es cuando nos sentimos responsables los unos de los otros. Somos miembros de un mismo cuerpo y hechos unos para otros. Ellos son para mí, como yo soy para ellos. Se trata de ser solidarios. Es crecer en amor y compasión. Las comunidades son verdaderas comunidades cuando están abiertas a las otras, cuando son vulnerables y sencillas, cuando sus miembros crecen en el amor, la compasión y la humildad. La actitud fundamental de una comunidad donde se vive una verdadera pertenencia es la apertura, escuchar a Dios, escuchar y recibir a otros, La vida en la comunidad esta inspirada y abierta a lo global o universal, por la verdad del evangelio. Se fundamenta en el perdón y la apertura al otro, a los pobres, los débiles, a todos. Vivir como una comunidad es derribar todas las barreras para vivir en unidad, distinción, aceptar la diferencia sin caer en la división Ef 2:14-16, 3:5-6, Ga 3:28.
La cruz significa decidir voluntariamente vivir nuestra vida para otros, dejando que la vida de Jesús nos muestre lo que es la verdadera espiritualidad. La iglesia es el cuerpo de Cristo, la comunidad del Espíritu Santo, el pueblo de Dios. Es la comunidad del Reino de Dios y por el poder del Espíritu Santo, es el agente del plan de Dios en el mundo para la reconciliación de todas las cosas. Somos una comunidad testimonial donde el mundo pueda ver las señales de este reino en justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo, Ro 14:17. La unidad debe reflejar el reino futuro en la relación "unos con otros". Un pueblo basado en la verdad por medio de su palabra. Una comunión viva con el trino Dios y "unos con otros". La comunidad de los creyentes se debe caracterizar por el apoyo de unos a otros, Mr 9:50, Jn 13:14, !3:34-35, 15:12-17, Ro 12:10, 13:8, 14:13, 15:7,14, 16:16, 1 Co 11:33, 12:25, Ga 5:13,15,26, 6:2, Ef 4:2,32, 5:19,21, Fil 2:3, Col 3:9,13,16, 1 Ts 3:12, 4:18, 5:11, Heb 3:13, 10:24-25, Stg 4:11, 5:9,16, 1 P 1:22, 4:8-10, 5:5,14, 1 Jn 3:11-23, 4:7,11-12. La iglesia es sobrenatural. Debe vivir bajo el sello del Espíritu Santo, Ef 1:13. El Espíritu de Dios es la vida de la iglesia. Sella la libertad del pueblo de Dios, quebranta las ataduras del legalismo para que llevemos una vida de amor, Ef 5:2. "Cristo amo a la iglesia y se entrego por ella para hacerla santa... para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección", Ef 5:25-27. La iglesia esta llamada a servir fielmente al Señor Jesucristo, que "no vacilará ni se desanimará hasta implantar la justicia en la tierra. Las costas lejanas esperan su enseñanza", Is 42:4. ¡Nuestro Dios reina!.
Los cinco ministerios básicos de capacitación y liderazgo, apóstol, profetas, evangelistas, pastores y maestros son dones otorgados por Dios a la iglesia a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio. Ef 4:11-13. Este modelo bíblico de liderazgo y ministerio no permite claramente una distinción rígida entre clero y laicado. El Nuevo Testamento simplemente no habla en términos de dos clases de cristianos, "ministros" y "laicos". De acuerdo con la Biblia, el pueblo de Dios -laos, "laicado"- incluye a todos los cristianos, y todos ellos tienen, a través del ejercicio de los dones espirituales, alguna "obra de ministerio" Todos los cristianos son laicos -pueblo de Dios- y todos son ministros. La dicotomía clero-laicado no es bíblica y distorsiona las Escrituras como la práctica y el testimonio de la Iglesia. En los días del Antiguo Testamento sí existía un sacerdocio profesional, distinto, pero según el Nuevo Testamento este sacerdocio fue reemplazado por dos verdades: Jesucristo es nuestro gran sumo sacerdote, y la iglesia es un reino de sacerdotes, Heb.4.14, 8:1, 1P 2:9, Ap 1:6. La doctrina del ministerio, según el Nuevo Testamento, no descansa en la distinción clero-laicado sino en tres pilares paralelos y complementarios: el sacerdocio de todos los creyentes, los dones del Espíritu y el servicio en el Espíritu de Jesús. Como una comunidad ministerial la iglesia está compuesta de sacerdotes de Dios, los cuales son siervos de Jesucristo y están dotados por el Espíritu. Se marca diferencias funcionales entre las clases de ministerios, pero no hay lugar para una división jerárquica entre "clero" y "laicado"
"El mismo constituyó... y a otros, pastores y maestros..." Ef 4:11 La idea de congregación como un rebaño que hay que cuidar se halla en Jn 21:16, Hch 20:28, 1 P 5:2. En el nuevo testamento no encontramos el oficio o profesión pastoral, sino simplemente la función pastoral. Esta función es necesaria para la edificación y el crecimiento de la iglesia. Dios levantará a aquellos, no solo a uno, cuyo ministerio es pastorear al rebaño. Este es un don espiritual y un llamado muy estratégico. Pastorear incluye enseñar. El ministerio de enseñanza es esencial en la vida de la iglesia, 1 Ti 3:2, 4:11-12, 2 Ti 2:2. Pablo dedicó tiempo para enseñar cuidadosamente a los nuevos creyentes en las ciudades que evangelizaba, Hch 20:20, 20:31
ORAMOS por Joe, Val y Emily. MÉXICO Lo que viene y cómo orar - Oren por el viaje a Ciudad de Mex-Chetumal-Belice: por que no haya inconvenientes, protección, descanso y provisión para terminar de cubrir todo lo que implicará. - Oren por dirección para esta segunda etapa en México. A medida que conocemos mejor la visión y teología que enseñan en Lúmina y a la cultura, oramos para que el Señor dirija nuestros pasos sobre cómo servir y qué vendrá a continuación. - Continúen orando por nuestra salud y protección física y espiritual. - Oren por nuestro servicio a la comunidad. Que sea eficaz y honroso a Dios. - Oren por nuestras finanzas y necesidades materiales. Si considera en oración que desea ser parte de nuestro ministerio de esta forma, por favor, ver información al final de esta carta. - Sería IMPOSIBLE estar aquí sin sus oraciones, ofrendas y afecto. Es un privilegio poder ser parte de lo que Dios está haciendo aquí y cada semilla plantada, cada momento donde su Espíritu se mueve es un trabajo en equipo del cuerpo que somos en Su misión. Damos gracias y gloria a Dios por ello. Los amamos y oramos por ustedes, Joe, Val y Emily. Si desea ofrendar hacia esta misión, por favor, pónganse en contacto con nosotros vía la información al pie de esta carta. Para ofrendas internacionales (fuera de Argentina), pueden depositarse directamente vía PayPal al email jesuslovesval@hotmail.com. Si está en Argentina, puede ofrendar mediante el Banco Galicia. Solicitar más datos por mail o Wapp. Datos de contacto Contacto por mail: joe.val.pascua@gmail.com Conozca la iglesia Lumina en México en https://www.facebook.com/iglesialumina/ y https://www.youtube.com/channel/UCn4Wvvl_zzE0Xe0d-CetEOA