miércoles, 13 de febrero de 2019

Señal y Signo del Reino de Dios

La comunidad del Reino de Dios en su expresión como iglesia local es señal y signo del Reino de Dios cuando sus miembros viven en comunión unos con otros y están unidos en la Misión de Dios. Dios no es un ser solitario. Dios es una familia compuesta por tres Personas, tres Personas en comunión que se dan totalmente unas a otras. Dios desea ardientemente que las comunidades sean una señal y signos de esta comunión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Que sean uno, como el Padre y yo somos uno, Jn 17:22. La unidad ha sido lograda por medio de Jesucristo. La Trinidad no es un símbolo estático y expresa una estrecha compenetración de las tres Personas. El encuentro e intercambio entre Padre, Hijo y Espíritu Santo expresa una fuente continua de amor y unidad. Para describir la trinidad algunos usan la palabra perijóresis o perichóresis. Se trata de un término griego que está construido por dos palabras: una es peri (alrededor) y la otra choreo (danzar). Es bailar juntos danzando en círculo o alrededor. Significa “intercambiar lugares”, “danzar en torno”. Una danza de vida y amor. Cada persona de la trinidad provee espacio para las otros dos. Esta fabricación de espacio está asociada con el vaciamiento de uno mismo, Fil 2:6. Hay comunión y comunicación total, donde cada persona existe solamente en la medida que camina y avanza hacia la otra, ocupando su lugar y habitando en ella. La trinidad es una danza divina de tres personas que se aman unas a las otras y se reciben plenamente, en donde cada una de ellas se vuelve “una” con las otras. La permanencia y la morada de una de las tres Personas en la otra significa que son inseparables, que no han de separarse. Hay una compenetración. Cada persona está en el otro y viceversa, sin mezcla, fusión o confusión. Se mantiene la personalidad, sin caer en el individualismo. Hay unidad con distinción, distinción sin mezcla, y unidad sin separación. Tenemos como Iglesia local y global un desafío: trabajar en unidad, comunión y solidaridad. Tenemos una fe trinitaria, una fe relacional, que se proyecta al mundo, Jn 17:18. Como comunidad trinitaria somos desafiados a vivir compenetrados unos con otros


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