viernes, 15 de febrero de 2019

Visión


Una comunidad o iglesia local por lo general necesita dos cosas: una visión, pero también escuchar al Espíritu Santo. No podemos tener lo uno sin lo otro. Son necesarios los valores, una ética en común y un pensamiento claro en cuanto al ejercicio del poder y autoridad. La comunidad o iglesia local no es el proyecto de una persona o alguien en particular. Es el proyecto de Dios. Nos unimos a la Misión de Dios. La iglesia es un instrumento. Se necesita el discernimiento comunitario de acuerdo a lo que el Espíritu y la Palabra indican. Es necesario que no haya pasión, ni voluntad de convencer a los demás y hacer prevalecer las propias ideas. Se trata de escuchar a Dios y escucharnos unos a otros. No podremos tener lo primero sino estamos dispuestos a tener lo segundo. El trabajo en equipo es clave para discernir espiritualmente y rendirnos cuentas los unos a los otros. En la formación de nuevas comunidades o iglesias locales se necesita pertenecer y ser respaldado por una comunidad existente. Necesitamos del acompañamiento, cuidado pastoral, ser enviados, confirmados. Necesitamos oración y sostén económico. Una comunidad que se extiende y planta nuevas iglesias es señal, testimonio y fuente de esperanza para todos. Debemos animar y acompañar a las personas que son llamadas a ir mas lejos, reconocer sus dones, apoyarles y dar oportunidades. Todo es proceso y es en el proceso donde todos seguimos aprendiendo. Vale intentarlo, arriesgarnos, probar y no matar los sueños. Necesitamos gracia, sensibilidad y salir afuera de la caja o de nuestro mundo muy pequeño. Todo esto genera tensiones y somos probados para ver si continuamos con la visión al fiel llamado de Dios. En la iglesia siempre se da una tensión entre los antiguos y los modernos. Unos tienen miedo a lo nuevo, lo ven como amenaza, peligro, error, lo condenan y lo pueden destruir. Lo nuevo incomoda. Alguien o algunos pueden ser crucificados por estas tensiones. Por otro lado los modernos pueden irritarse con todo lo viejo, rechazarlo como si fuera falso, corrompido, malo y conservador. Este es el momento clave donde necesitamos tener paciencia, abrirnos al Espíritu Santo y que haga su obra en todos.

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