viernes, 13 de noviembre de 2020

RECTOS, PERO MIEDOSOS

 RECTOS, PERO MIEDOSOS

En otro intento por explicar cómo opera el reino de los cielos (aquí en la tierra), Jesús contó una parábola en la que un hombre, antes de viajar, encargó a sus criados el cuidado sus bienes. A uno le dio un talento, que equivalía a 21.600 gramos de plata. Realmente una fortuna. A otro le dio el doble de esa cantidad y a otro cinco veces mas de lo que le dio al primero.

Cuando, tiempo después, el amo regresó, el que había recibido cinco talentos le devolvió cinco más. Al que se le habían dado dos, le entregó dos más. Ambos se esforzaron para obtener los mejores resultado. Estos fueron administradores honrados y fieles.

Pero el que había recibido un talento, le devolvió el mismo talento. Cuando el señor le preguntó qué habia pasado, respondió: “Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que pretendes cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste. Tuve miedo y escondí tu dinero bajo tierra. Aquí lo tienes” (Mt.25-24). El amo respondió: “Administrador malo y holgazán”.

Esta parábola no es una lección de economía, ni de negocios exitosos. Hay que escarbar en su sentido espiritual. En este caso se puede decir que a este último siervo no le faltó rectitud, sino confianza (igual que al hijo mayor de la parábola del hijo pródigo). Le faltó lo que no debe faltar en la relación con Dios: amor, en lugar de miedo y libertad, en lugar de rigidez.
El miedo y el temor le roban a la fe lo más importante de ella: la libertad del amor hacia Dios que se traduce en liberalidad de servicio hacia los demás.

‭‭MATEO‬ ‭25:14-30‬
“... Llegó después el que había recibido dos talentos, y dijo: “Señor, tú me entregaste dos talentos; mira, he logrado duplicarlos”. El amo le dijo: “Está muy bien. Has sido un administrador honrado y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al frente de mucho más. Entra y participa en mi propia alegría”. Por último, llegó el que solamente había recibido un talento, y dijo: “Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que pretendes cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste. Tuve miedo y escondí tu dinero bajo tierra. Aquí lo tienes”. El amo le contestó: “Administrador malo y holgazán: si sabías que yo cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, ¿por qué no llevaste mi dinero al banco? Así, a mi regreso, yo habría recibido el capital más los intereses. ¡Quítenle, pues, la parte que le confié y entrégensela al que tiene diez partes! Porque a todo el que tiene, aún se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo que tenga se le quitará. Y a este criado inútil arrójenlo fuera, a la oscuridad. Allí llorará y le rechinarán los dientes”.”

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Foto de Gilbert Lennox



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