¿Cuál es nuestra verdadera necesidad en la comunidad de fe?
Una iglesia de cara al mundo deja que el Espíritu reforme sus estructuras y organización. Lo importante para el Espíritu no son las estructuras sino la misión.
Seguir al Espíritu Santo es vivir centrados en "la persona de Jesucristo", "la gente" y no tanto en la institución, sus edificios, programas, reglamentos y estatutos. Hablamos de una iglesia cuya teología está basada en la relación y no en el rendimiento. La vida en el Espíritu destaca el apego por la pertenencia, la proximidad y la equidad junto a una fe sencilla cuyo concepto de éxito es la fidelidad a Jesucristo.
En el libro de los Hechos vemos que el Espíritu está decidido hacer nuevas cosas. Esto requerirá de un liderazgo diferente al conocido. Los apóstoles dijeron: “Hermanos, escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, para encargarles esta responsabilidad. Así nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la palabra.»” Hch 6:3-4
Es importante reflexionar sobre la relación que hay entre una misión que se va ampliando y la transformación de las estructuras junto al liderazgo de la iglesia para llevar a cabo esa misión.
El Espíritu hace surgir obreros para nuevas circunstancias y llevar adelante la misión. Por lo tanto: “Esta propuesta agradó a toda la asamblea. Escogieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, un prosélito de Antioquía. Los presentaron a los apóstoles, quienes oraron y les impusieron las manos.” Hch 6:5-6
Como resultado de las decisiones que se tomaron, el texto de la palabra de Dios nos dice: “Y la palabra de Dios se difundía: el número de los discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén, e incluso muchos de los sacerdotes obedecían a la Fe” Hch 6:7.
Nosotros como iglesia debemos ver en este tiempo cuáles son las nuevas circunstancias y contextos que nos toca vivir. Debemos preguntarnos cuál es la mejor contribución que podemos hacer a la misión de la iglesia que siempre es cambiante. ¿Cómo, dónde y quiénes pueden hacer esta diferencia cualitativa?
Para Pensar: ¿Pueden nuestras estructuras, tradiciones y modelos obstaculizar la misión? ¿En qué casos? ¿Cómo podemos superar estos obstáculos?
Carlos Scott
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